Cuento canino

Para tener perro, primero debería habilitarse a los propietarios en las artes de cuidados, educación y otros menesteres sobre los pobres animales, sinceros en todo su ser. Es decir, una especie de carné que faculte el poder tener un perro. Con eso, no habría que confiscar a nadie ningun ser querido. Lo que tengo clarisimo, es que algo hay que hacer con tanto dueño guarro y despreciable, que no ya solo no recogen las deposiciones, sino que tratan mal a las pobres criaturas.
Desde luego, este tipo de actitudes hacia los perros por parte de sus dueños, se pueden exportar el resto de valores cívicos de nuestra sociedad, y, la decadencia es realmente preocupante. Veo un comentario de “Si pago dejo de recoger, porque ya pago el servicio”. Hasta que no entendamos que somos los individuos los que con nuestras acciones hacemos evolucionar la sociedad, vamos de culo y cuesta abajo, a que nos empalen en una cucaña untada de tabasco.

Si se vigilara y pusieran multas se acaba con esto rápido. Impuestos y servicio de limpieza no es la solucion.En Singapur no se echan ni papeles al suelo bajo severas multas y la venta de chicles esta prohibida solo por poner un ejemplo. No se ve interés por parte de la autoridad en acabar con la suciedad, quizás porque son trogloditas al igual que los que ensucian todo el pueblo. No hay mas que darse unas vueltas por el pueblo y alrededores para ver restos de todo tipo: Cristales, restos de chuches, plásticos, escombreras ilegales, colillas,zurullos, restos de botellones, etc. De vergüenza.Y nadie hace nada ni desde el ámbito educativo ni desde la autoridad que parece que pasa… Y parece que así seguiremos enmierdando todo, tierra, ríos y aire (se sigue fumando en los bares). No hay respeto. Pobre Durango! Ayuntamiento, que hacer para acabar con esto? Primero informar, luego vigilar y si procede multar severamente. Hay que ponerse las pilas. Todos lo agradeceremos.

Ventajas e incovenientes de la modernidad. En nuestros tiempos de niños, la mayoría de los perros eran callejeros eran librepensadores y hacían sus necesidades allá donde les salía de los bemoles o estaban atados a las puertas de los caseríos y las casas y nosotros nos revolcábamos como pulgosos o igual que los caballos y los burros en las campas y zonas recreativas del pueblo sin temor a enmierdarnos.
El castigo más duro para un dueño irresponsable y omiso sería “confiscarle” el perro más que sancionarle con una multa. Ikusiko dugu.