Candidaturas independientes

Unas elecciones municipales en 1931 derribaron la monarquía española e instauraron la Segunda República. Y esas de mayo del 2011 que acabamos de celebrar han dado pie a los del PP, flamantes ganadores, a reclamar por enésima vez a Zapatero que se vaya de una vez, que las urnas les dan el derecho de ocupar desde ya mismo el Palacio de la Moncloa.

A uno se le ocurre que quizá hay una cierta desproporción entre la causa, unas elecciones municipales, y el efecto, un cambio de gobierno o de régimen político. Pero la historia funciona a veces a cámara lenta, a veces se despeña con un suicida salto en el vacío…

Por lo que se refiere a Euskadi, estas elecciones municipales han hecho temblar el mapa político de la comunidad autónoma, han arrinconado al PSE y casi borrado a EB, y han encumbrado a la segunda plaza en una novedosa fórmula de “bipartidismo a la vasca”  a Bildu. Baja el PSE, baja el PP, PNV y Bildu ascienden a los dos primeros puestos del ranking. Zorionak a entrambos. Y ha faltado tiempo para que Iñigo Urkullu, al igual que Mariano Rajoy, reclame la dimisión inmediata del Lendakari López.

Pero dejemos a un lado la política de altos vuelos, vamos a ciertas menudencias que a lo mejor no valoramos suficientemente. A la chita callando, se ha agudizado este año la tendencia de los ciudadanos a orillar a los partidos políticos y dar su voto a candidaturas independientes, tal vez para hacer ver que no están seguros de que las candidaturass presentadas por los partidos políticos pondrán los intereses de los pueblos por delante de los intereses y las consignas de su propio partido.

Parece ser que al menos ocho ayuntamientos vizcaínos tendrán alcalde independiente. 31 candidaturas independientes han logrado sacar uno o más concejales, otras no han alcanzado el porcentaje de votos requerido. Suenan nombres de pueblos con solera como Etxebarri, Abadiño, Orozko, que tendrán alcalde de un grupo independiente. Se habla de éxitos notables de las candidaturas independientes en Zalla, Gordexola, Berriatua o Gorliz.

El fenómeno creciente de las candidaturas independientes refuerza y traduce de otra manera quizá ese otro fenómeno que ha marcado la vida política de Euskadi y del Estado, el llamado 15-M; miles de ciudadanos han ocupado durante 15 días las plazas reclamando “Democracia Real Ya”, que se dé el mismo valor en las urnas a todos los votos, que los gobiernos se enfrenten de una vez con el despotismo de los mercados financieros, que se articule una política eficaz de promoción del empleo…etc. Otra acción que ha surgido y se ha desarrollado al margen y quizá hasta con cierta hostilidad hacia los partidos políticos y hacia las instituciones más sagradas del sistema democrático.

A pesar de todos los pesares, de todas las protestas, de todos los gestos, de todas las candidaturas independientes, la última palabra la han tenido las urnas, porque el poder real surge del veredicto de las urnas. Y las urnas parecen anunciar para muy pronto la llegada del PP al gobierno, y entre nosotros un crecimiento importante de Bildu en los órganos de gobierno municipal y foral que en el futuro podría cambiar la composición del gobierno de Vitoria y la misma lehendakaritza.

Lo de ayuntamientos independientes, lo de los indignados del movimiento 15-M, cualquier calificativo que aluda a la independencia, que pretenda proclamar la marginación de la política, es más bien un sueño que una realidad. El hombre es un animal político, está hecho para vivir en sociedad. En una democracia que se precie, la última palabra la dicen las urnas.

Quizá nadie, ni los municipios, ni las comunidades autónomas, ni los estados,  somos independientes del poder absoluto de los mercados financieros, Y cualquier sistema democrático, por muy defectuoso que sea, puede calificarse como mal menor y como herramienta necesaria para garantizar la convivencia pacífica entre los ciudadanos.

De momento, somos más que independientes, interdependientes, y deberíamos ser y sentirnos más solidarios unos con otros. Pero la solidaridad es una palabra que no está de moda. Mola más lo de independiente.

Honorio Cadarso es periodista