“Si lo de Zaha Hadid no se realiza será una deslealtad institucional absoluta”

Lleva más de media vida dedicada a la política y no es una frase hecha. Pilar Ardanza, actual diputada de Transportes y Urbanismo, entró como concejala en el Ayuntamiento de Durango con 25 años y ahora tiene 52. Atrás han quedado sus catorce años de dedicación a la Alcaldía de Durango y otras responsabilidades en diferentes cargos públicos. A punto de ser sustituida al frente de la junta municipal del PNV, ofrece esta entrevista a ‘durangon.com’ en la que analiza su trayectoria, desde un punto de vista más personal, y también otros asuntos de actualidad como los presupuestos o la decisión del Gobierno vasco de paralizar el edificio de Zaha Hadid. Sobre los primeros, cree que este año “sí se aprobarán por el bien de Durango” y en lo que respecta al soterramiento, consideraría una “deslealtad institucional” que el proyecto no se ejecutara en su totalidad.

–¿Qué ve cuando echa la vista atrás?

-Son años que he vivido con muchísima intensidad. Veo que las cosas han cambiado a mejor, que la calidad de vida es más alta y que las instituciones han trabajado mucho y bien en estos últimos 25 años, por decir una cifra redonda. Lo bueno que tiene mirar las cosas con perspectiva es que te quedas con lo bueno y también que muchos de los objetivos e ilusiones que en los 80 te parecían impensables son algo cotidiano a día de hoy. Todavía recuerdo cuando iba a la universidad a Bilbao y para entrar a clase a la hora tenías que coger el tren a las seis y media de la mañana. ¡Quién iba a pensar que años después este viaje iba a ser cuestión de media hora! La evolución que ha sufrido este país ha sido impresionante, se han dado verdaderos pasos de gigante.

-Formó parte de la Corporación municipal desde muy joven. ¿Tuvo dudas a la hora de aceptar el cargo?
-Para nada. Date cuenta de que eran los albores de la democracia y para nosotros era una época ilusionante, teníamos muchas ganas de cambiar las cosas. Veníamos de una dictadura y nuestra vinculación política era mucho más intensa. Llevaba un tiempo afiliada al PNV y cuando me propusieron ser concejala, acepté.

-En contraste con lo que ocurre a día de hoy, que parece que la sociedad está adormilada.
-Ahora dicen que la juventud está desengañada, pero nosotros éramos todo lo contrario. Disfrutábamos de poder mostrar la ikurriña, de hablar en euskera, de votar… ¡A nadie se le ocurría habiendo elecciones no votar, por dios! Ahora todo eso se ha convertido en algo habitual y es bueno que la gente se lo tome así. Que le parezca normal poder expresarse, tener una educación en euskera y una buena sanidad, haber recuperado nuestras estructuras institucionales… Lo que pasa es que a quien no le ha costado esfuerzo conseguirlo, no lo reconoce tanto. Yo, por ejemplo, lo veo con mi hija. Cuando le comento algo me dice que no le cuente historias, que ellos tienen otros retos, y también es verdad. Hoy en día los criterios que priman son la profesionalidad, la eficacia, la sostenibilidad, cuando en nuestra época lo que se llevaba era el voluntariado. Todo lo que era bueno para el pueblo se hacía, no costaba nada, porque era una satisfacción y orgullo que contaran contigo para eso.

Alcaldesa a tiempo completo

-¿Uno de sus mayores reconocimientos ha sido ser alcaldesa de Durango durante tanto tiempo?
-Sin duda alguna. Cualquiera que haya sido alcalde puede corroborar que el cargo político que se vive con más pasión, más intensidad, es el de ser alcalde o alcaldesa de tu pueblo. Primero, porque te eligen tus conciudadanos y eso es una satisfacción, pero también una responsabilidad, porque te piden cuentas todos, desde el vecino de arriba hasta el de al lado. Y también porque los problemas que sufre tu municipio son los mismos que te afectan a ti y a tu familia. Eres alcaldesa las 24 horas durante 365 días año. Tanto para lo bueno, como para lo malo.

-Habrá quien piense que 14 años al frente de un municipio, y manteniendo esa intensidad, conlleva un desgaste personal excesivo.
-Durango es un municipio muy vivo y si es por retos, te puedes tirar 50 años en el cargo. Otra cosa es que mi partido pensara en su día, y yo también lo hiciera, que mi ciclo en Durango había terminado y tenía que venir gente nueva. Recuerdo que nuestro mayor reto con Ander Salaberria como alcalde era tener agua potable en los grifos durante todo el día. Si ahora le recuerdas eso a la gente te dice a ver qué le estás contando. Otros retos que fuimos cumpliendo eran conseguir una residencia, el polideportivo, las escuelas de Landako, el hogar de la tercera edad, el conservatorio, Pinondo Etxea… En Durango no nos hemos aburrido nunca. Hemos tenido un montón de broncas, suspensiones de plenos, encierros… pero me llevo la satisfacción de haber estado en la inauguración de todas esas infraestructuras que te acabo de mencionar.

-¿Cuál ha sido el peor momento de esa etapa?
-No olvidaré nunca el asesinato de Jesús María Pedrosa. Es una imagen que se me ha quedado grabada y, sin duda alguna, ha sido el peor momento de mi vida. Aún soy capaz de reproducir las dos horas que pasé enfrente de la ermita de Madalena. Es algo que ni se olvida ni se supera nunca porque no puedes entender esa sinrazón de que se asesine a alguien de esa manera. Me parece una aberración y nunca entenderé, ni quiero saber nada, de quienes justifican un asesinato.

Pedrosa, “un amigo”

-En aquellos momentos el PNV gobernaba en Durango junto a Euskal Herritarrok. Las críticas fueron feroces y la actitud del por aquellos días presidente del Gobierno español, José María Aznar, más que distante.
-Fueron días muy duros porque soy del PNV, un partido nacionalista, y nos pusieron a caldo. ¡Como si no condenáramos la violencia! Pocos partidos habrá que hayan luchado más a favor de la paz y hayan sufrido directa o indirectamente la violencia que EAJ-PNV. Lo pueden decir más alto, con más adjetivos, pero más dolor que yo no sentían porque Jesús Mari era mi amigo. También fue fuerte ver el desprecio con que trató Aznar al lehendakari y también a nosotros.

-Cambiando de tercio, lleva cuatro meses como diputada de Transportes y Urbanismo. ¿Qué tal le ha sentado el ‘ascenso’?
-Estoy muy agradecida a mi partido y a las personas que me han designado por la confianza que han depositado en mí. Estos cuatro meses me han permitido situarme y ver dónde hay problemas. Todavía estoy con la ilusión de la recién llegada que cree que puede mover muchas cosas y rápido. Quizá más adelante me dé cuenta de que no todo puede ir tan rápido, pero ahora mismo estoy en ese empeño.

-Otra de las polémicas que ha rodeado últimamente a Durango es la decisión que ha adoptado el Gobierno vasco de paralizar el proyecto de Zaha Hadid. Usted que ha vivido en primera persona el desarrollo de esas obras, ¿qué opinión le merece todo lo que está ocurriendo?
-Te puedo decir que empezamos a trabajar en ese proyecto en 1985 y que el día que se puso la primera piedra en la estación fue increíble para mí, a pesar de no ser ya la alcaldesa. Puedo entender que la obra vaya a tener retrasos, pero lo que no termino de entender es lo que dicen ahora de que tenemos que pagar el desmantelamiento de los pasos a nivel. ¿Acaso nos estamos volviendo locos? El soterramiento no es una operación urbanística, sino ferroviaria, que se puso en marcha para eliminar el riesgo de los pasos a nivel. Como tenía un coste alto, aceptamos que hubiera unos aprovechamientos urbanísticos, pero no entiendo a cuenta de qué surge ahora esa polémica.

Los presupuestos

-¿Cree entonces que el proyecto acabará acometiéndose en su totalidad?
-Yo mantengo la confianza. Tiene que haber lealtad institucional. Cuando entras en una institución coges las mochilas que ya están para que, cuando te vayas a ir, cojan otros las mochilas que tú has dejado. De no ser así, ¿cómo va a confiar la sociedad en las instituciones? Si queremos que la sociedad no se desencante, tenemos que garantizar que las instituciones están por encima de los partidos y de quien esté en cada momento, vaya vestido de un color o de otro. Tú no puedes venir y decir que un proyecto que ha sido santo y seña para el pueblo de Durango en los últimos 25 años ya no puede realizarse. La sociedad duranguesa renunció a otras infraestructuras porque este proyecto era su apuesta para el siglo XXI. Todo esto no ha nacido hace cuatro días, es por ello que espero que la obra se acabe ejecutando en su integridad. Si no fuera así sería una deslealtad institucional absoluta.

-Por último, un vaticinio. ¿Aprobará el Ayuntamiento de Durango los presupuestos para 2010?
-Probablemente sí. O al menos me gustaría que fuera así por el bien Durango. En momento de crisis como el que nos encontramos hay que mirar por encima de nuestro ombligo y hacer esfuerzos.