“Sin motivo alguno la tapa se abrió y fui engullido por aquella boca sucia y fétida”

Estaba quieto. Acababa de salir de la clase de AEK y conversaba con un grupo de compañeros y compañeras mientras esperaban a que dos operarios manipularan una manguera con la que estaban limpiando arquetas en la zona de Pinondo. “Bajo nuestros pies había una tercera tapa metálica de la misma alcantarilla, supuestamente cerrada. Sin motivo alguno la tapa se abre y yo, pequeño y delgado, soy engullido por aquella boca sucia y fétida”.

Es el relato del hombre que cayó el pasado miércoles en una alcantarilla de Pinondo. Este “fatídico acontecimiento” fue denunciado por durangon.com por boca de un vecino de Durango.

Ahora es él, profesor jubilado de 78 años, el que habla en primera persona. Entre otras consideraciones quiere dejar claro que no iba caminando, sino que estaba “parado, de pie, esperando para poder pasar”. En aquel momento, dos operarios uniformados –“única señal de obras en la calle”- manipulaban una manguera para limpiar las alcantarillas. La tapa cedió y este vecino de Markina-Xemain cayó a su interior.

Tres personas le ayudaron a salir de lo que él mismo denomina “aquel infierno”. “Sucio y maltrecho”, comprobó que tenía “fuertes  rozaduras en todo el muslo izquierdo”, así como “dolor en la región lumbar y en las costillas flotantes”.

Denuncia y ambulatorio

Tras denunciar lo ocurrido ante la Policía Municipal, y acompañado siempre por compañeras y compañeros de clase, entró en una tienda a comprar un pantalón y luego se trasladó hasta el centro de salud. “Me curan las heridas, me ausculta el médico y con el correspondiente  diagnóstico regreso -también andando- hasta Tabira a recoger el coche” con el que se había desplazado de Markina a Durango.

Afortunadamente, todo queda en un susto. “Un susto pensando en lo que pudo haber pasado”, apostilla él.

En su narración, el profesor jubilado reprocha “la ligereza, inconsciencia y despreocupación de los operarios que no ponen señal alguna donde están realizando labores de mantenimiento”, con el peligro que eso puede conllevar para los transeúntes.

Sin embargo, también asegura haber aprendido otra “lección” con lo ocurrido. Y esta tiene que ver con “la unión, la solidaridad, la cercanía y la empatía de un grupo de jubilados (chicas la mayoría) cuyo único vínculo de amistad es la clase de euskera que compartimos en AEK de Pinondo”.