Turismo “basuril”

Parece que en Gipuzkoa (y advierto que no pretende entrar en rivalidades territoriales) se está poniendo de moda un nuevo tipo de escapada: el turismo ???basuril???.

Como ya teníamos pocos problemas, al parecer la política ???dura??? de reciclaje de la Diputación vecina ha convertido la eliminación de desechos en una pesadilla más. De momento, está de prueba y no rige en todos los municipios, así que ciertos habitantes que la ???sufren??? han adoptado la expeditiva solución de cargar los sacos en el maletero (se supone que con nocturnidad y alevosía) para llevarlos al pueblo más cercano y depositarlos allí como les venga en gana.

Gipuzkoa se quiere erigir en bandera del reciclaje en el Estado y ha impuesto un riguroso sistema de recogida ???puerta a puerta??? que obliga a un arduo procedimiento de separación de desechos para el que se ha repartido un detallado manual de instrucciones. En él se explica, por ejemplo, que las uñas esmaltadas y los pelos teñidos van a una bolsa, y las uñas y pelos naturales, a otra. Cada saco se baja un día, etcétera.

A los tres elementos ya acostumbrados, se le añaden dos clasificaciones más: elementos orgánicos y restos. En esta última se incluye todo lo que no cuadra en ninguno de los otros apartados.

Cada portal tiene su conjunto de contenedores y muchos de ellos trepan por las fachadas cuales fétidas enredaderas cuyos densos efluvios harán las delicias de las moscas ahora que se acerca el verano.

Se ha establecido un riguroso sistema de inspección supervisado por vigilantes que patrullan las calles multando a quien se salte las ordenanzas, de modo que la única posibilidad de escaqueo es endosar las basuras a otro pueblo. Y tampoco creo que resulte fácil. Me imagino a los infractores atacados de los nervios cuando los rudos inspectores les interroguen porque su contenedor aparece vacío un día sí y otro también. Supongo que argüirán que se han empezado a comer las uñas y que van más a la peluquería o algo así.

Perdónenme que les diga, pero a mí este sistema de patrullaje y listas negras me recuerda a las checas, esos siniestros comités que vigilaban con rigor implacable el cumplimiento de las medidas impuestas por la dictadura soviética.

Pero como resulta que vivimos en una democracia, o eso se supone, miles de vecinos se han rebelado y están recogiendo firmas por doquier para acabar con este absurdo.

Parece ser que el gobierno foral se ha inspirado en Catalunya para esta política. Pero quien se haya dado una vuelta por allí verá que en sus calles conviven discretamente los cinco contenedores en franca camaradería ¡Con lo fácil que hubiera sido trasplantar aquí este sistema en vez de empeñarse en ser originales a cualquier precio!

Ahora a Bildu le exigen una consulta popular y de momento no está por la labor. Como dice el escritor José Luis Sampedro, ???cuando los de abajo llegan arriba se comportan como antes los de arriba??? ¡Qué difícil es la coherencia, madre mía!

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia