Lo que comemos

Al hilo de la expansión de la bacteria asesina que tiene atemorizada a Alemania, surgen estos días todo tipo de especulaciones y hay muchas interrogantes que esperan respuesta, por lo que cualquier comentario puede pecar de precipitado, pero vayan ahí unos apuntes.

Parece que la localización del foco en un restaurante ha empezado a aclarar un poco las cosas y las primeras pistas han conducido a los brotes de soja, aunque no se ha confirmado que sean la fuente de la contaminación y vuelve la confusión. Esta leguminosa es uno de los principales alimentos de producción transgénica y resulta que la ???E.Coli??? constituye de los ingredientes fundamentales de las manipulaciones biotecnológicas.

Quizá esa hipótesis tenga algo que ver con la afirmación del jefe de los servicios de Higiene de la clínica berlinesa Vivantes, Klaus-Dieter Zastrow, de que detrás del brote ???puede haber un acto deliberado?????? O sea que encima podría no tratarse de un ???accidente???. Veremos.

Lo que está más claro es que la nueva epidemia está sirviendo para denunciar la contaminación de los cultivos en todo el planeta a base de manipulación genética, herbicidas, insecticidas y fitosanitarios.

Lo mismo que las farmacéuticas, las grandes multinacionales agroalimentarias, a veces ambas en asociación, dominan los mercados mundiales con su ???mercancía averiada???, condenando a la población mundial (la que puede comprar comida, al menos) a ver deteriorada su salud a cambio de nutrirse pobremente y con posibles ???efectos secundarios??? a largo plazo.

Investigando sobre este asunto, un interesante artículo señala que situaciones como las que nos preocupan estos días no son algo anormal, si bien no alcanzan la espectacularidad de lo que estamos viendo en Alemania.

Desde hace décadas, se han documentado en EE UU multitud de casos de contaminación alimentaria por mutaciones de la ???E.Coli???, microorganismo que, como nos han informado estos días, no es malo en sí, puesto que habita en nuestro sistema digestivo y cumple allí su función.

Podemos hacernos a la idea de la deficiente calidad sanitaria de muchos productos que nos llevamos a la boca a partir del siguiente dato: Solamente en EE UU, se contabilizan 76 millones de casos de Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETA) anuales, responsables de 325.000 hospitalizaciones y 5.000 muertes.

A ver si esta catástrofe desata un movimiento de concienciación anti-mala alimentación como la de Fukushima sublevó a medio mundo en contra de las centrales nucleares. Y es que ha llegado un momento en el que, no es que ingiramos comida basura solamente, es que estamos comiendo mierda (con perdón) literalmente.

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia