Pepinos y teléfonos móviles

¿Quiere usted suicidarse? Le voy a dar dos opciones, utilizando dos objetos comunes y fáciles de localizar: un pepino de Murcia y un teléfono móvil. Si come el pepino la muerte será infalible, escatológica, pero garantizada; el móvil le garantiza un posible cáncer de tipo maligno, para que sus familiares y vecinos se compadezcan de usted y después deje en manos del azar su destino, por si usted es de los indecisos.

Dejemos la hipérbole, que puede ser frívola y de mal gusto, hablemos en serio, y no se preocupe demasiado por los pepinos y los teléfonos móviles. Aunque ambos elementos me sirven para introducirles la reflexión de hoy. Pepinos y móviles han estado en la agenda de los periodistas, de los políticos y de los ecologistas por distintas razones.

Los pepinos. Durante la semana pasada vivimos ???la crisis de los pepinos???, que hoy ya se ha convertido en??? ???El Proceso de Hamburgo???: el juicio sumarísimo Alemán donde se condenan y absuelven hortalizas europeas tras analizar minuciosamente su ADN.

Fíjense en la lógica, tan ajena a la soberanía alimentaria, que a nadie ha llamado la atención: los pepinos Murcianos causan la muerte de decenas de alemanes. Y yo me pregunto, ¿no deberían de ser los primeros en morir los propios murcianos? Es curioso, ¿Come antes un Alemán un pepino del levante español que un Murciano? Y me pregunto, ¿De dónde son, pues, los pepinos que comen los Murcianos?

Parece que nadie o muy pocos se han hecho esa pregunta. Era tan sencillo como que el mismo día que llegó la acusación alemana, cogiera un agricultor español el teléfono y marcara el número del Bundestag Alemán: 

– Soy Toñín, agricultor de Zarzadilla de Totana. Mire usted, que es imposible que los pepinos hayan causado muerte alguna. Mi familia y yo nos comemos cuatro a diario y estamos más sanos que el Rey de España. Sin más, agradecerles su atención.

El problema es que en este sistema capitalista nos alejamos cada día de la soberanía alimentaria. Es decir, lo lógico, lo ecológico y lo sano sería que Toñín, su familia y sus vecinos comieran los pepinos que ellos cultivan. Pero la alimentación y la agricultura ya no se plantean desde esa perspectiva.

Los móviles.  ¿A que todavía no lo tienen claro? ¿provocan o no provocan cáncer los teléfonos móviles? No me extraña la indefinición. Durante la semana pasada, la Agencia Internacional para la Investigación Contra el Cáncer (IARC), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Consejo de Europa se han pronunciado sobre esta cuestión. Se ha dicho, por ejemplo, que ???el estudio no determina que haya una relación clara entre cáncer y uso del móvil???; que ???la afirmación (cualquiera de ellas, digo yo) no tiene robustez científica deseable???; que ???estamos hablando de evidencia limitada???.

Con esa retórica es imposible que la ciudadanía saque sus propias conclusiones. Yo sospecho que nuestros científicos y dirigentes, sobre todo aquellos que tienen capacidad mediática, se debaten entre enojar a las grandes empresas teleoperadoras del mercado capitalista y apostar por la salud de esta sociedad; u obviar las evidencias y dejarlo en manos del ciudadano apelando a la autorregulación, o sea, que cada cuál decida lo que hace.

Hubiera sido más sencillo que nuestros ministros y consejeros de Sanidad dijeran, en un lenguaje común para todo el mundo:
– Queridos ciudadanos y ciudadanas. Todavía no tenemos ni pajolera idea de si los móviles y las ondas electromagnéticas producen cáncer o no. Aunque visto lo visto, esto huele a chamusquina. Mientras tanto, allá cada cuál lo que hace, pero si me quieren localizar, llámenme a mi despacho, al teléfono fijo, please.

Julen Orbegozo kazetaria da