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Letizia y Merkel

No es lo mismo  una primera dama presidenta del gobierno por elección democrática que otra primera dama que va por la vida de florero y de bastón de un monarca… No es lo mismo la Merkel, o la Kirchsner, o la Thatcher, que tantas reinas y princesas a las que los periodistas acreditados solo les llevan cuenta de los vestidos que visten y los modistos que las visten, o de los zapatos que calzan… Y ¿qué me dicen ustedes de una niña de 9 años que va por la vida de Princesa de Asturias y de Girona, y ya la quieren vestir de militar?

Uno tenía una idea de respeto y estima hacia la periodista de televisión y locutora de telediarios muy profesional, que se había hecho a sí misma, y que tenía por nombre Letizia Ortiz, asturiana por más señas. Una mujer sin privilegios ni sangres azules, una ciudadana con la misma categoría que todas las ciudadanas del Estado. Y no es que ahora que es reina uno la estime menos, pero ya se nos ha convertido en una mujer cuya sangre quizá se ha vuelto azul, que no tiene nada que decir ni que hacer más que acompañar a su marido dondequiera que vaya. Una mujer que ya no volverá a ejercer su profesión de periodista.

De Letizia reina, los medios informativos han contado estos días que llevaba un vestido ni corto ni largo, por aquello de la crisis y de no gastar demasiado, que se cambió de calzado en el transcurso de una ceremonia, que diseñó ella misma los vestidos de sus dos hijas y estuvo todo el tiempo pendiente de ellas…

También de Michelle Obama, de la Kirchner argentina, de la Merkel, se dicen cosas parecidas, pero al lado se cuentan sus opiniones y sus tomas de posición en este o aquel tema, sus decisiones de gobierno, sus actividades profesionales como gobernantes de este o aquel país, o como ciudadanas con derecho a opinar.

Se da por supuesto que cuando dejen el cargo político, las damas citadas volverán a incorporarse a su actividad profesional, a sus negocios, a su vida anterior. Vivirán su vida, trabajarán en lo que les gusta. Letizia Ortiz, que ha accedido al cargo de reina por obra de una Constitución estatal y un Congreso de Diputados, los cuales han revalidado el decreto anterior del Dictador Franco y de la Transición supuestamente democrática, Letizia seguirá siendo reina en activo de por vida, le guste o no le guste. Y sus hijas heredarán la misma sangre azul que la política les ha proporcionado.

Decididamente, las avatares de la política de nuestro país, entre otros efectos, están teniendo el de perpetuar el papel secundario de la mujer, maniquí de ropas caras, florero, reposo de guerreros, que ya venían ejerciendo en los tiempos de la Edad Media.

Uno siente como un cierto alivio cuando rememora a las primeras damas que han sido y son en nuestra comunidad autónoma vasca. Uno recuerda a la primera dama de Euskadi en el papel de Madre Dolorosa en la Pasión de Durango, como podría haberlo cubierto cualquier otra duranguesa.

Porque aquí, según parece, las primeras damas tienen su vida propia, rodeadas de la discreción y anonimato que protege a cualquier ciudadana y ciudadano de Euskal Herria, al menos a la gran mayoría. Cuando fueron primeras damas, vivieron su vida, ahora que han dejado de serlo siguen viviendo su vida.

No deja de ser una suerte para ellas y para nosotros, que por estos territorios preferimos el “tú” al “usted”.

Honorio Cadarso es periodista

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