Lecturas de verano

Todavía conservo algún que otro periódico o suplemento semanal que corresponden a las vísperas del inicio del verano.

Encuentro tres o cuatro páginas destinadas a comentar y recomendar libros actuales y que no lo son tanto.

Tendría que privarme de siete mantecados de Artekale por cada publicación, aunque en realidad tampoco soy de los que se leen un libro cada uno o dos días. Resultan caros, a no ser que acudas a la biblioteca. Eso sí, el plátano, uno cotidianamente.

Son placeres diferentes, cenar a la luz de las velas con alguien que aprecias y lo que excepcionalmente sucede en ocasiones: que una tormenta de verano te obligue a seguir esa lectura que te tiene enganchado desde hace un rato, sin poder dejarla.

He viajado hasta Gerona y desde ahí a la China tradicional. La historia del Zarco en la ciudad catalana me traslada no sólo de lugar sino de tiempo, rememorando los años 80, en los que el azote de la droga recorrió las calles de nuestros pueblos. Ayer y hoy, viejos conocidos siguen muriendo de sida, aunque el alcohol continúa haciendo estragos entre los jóvenes.

Sin moverme del sofá o del banco bajo la sombra en la plazoleta, he conocido a Xiaomei y al ciego Liu Feihong y al igual que le sucede a la protagonista de la exquisita historia, de improviso, me vuelvo completamente sordo, absorto, despojándome de uno de mis sentidos, que me equipara al anciano abuelo invidente.

Anoto con mi lapicero, que siempre llevo encima cuando me traslado navegando por las páginas de cada narración. Es una reflexión: ¿qué diferencia existe entre una persona senil enferma y una persona vieja? Siempre consideré que la vejez es en sí misma una enfermedad con la que nace todo ser vivo. Pongamos que, con fases más o menos llevaderas.

Dos libros pues, son los que me han ocupado el estío, que toca ya a su fin y que me requiere para un menester contradictorio para mucha gente aún: promocionar el uso de la bicicleta en nuestros pueblos y ciudades. En septiembre, cuando el clima comienza a darnos ya los primeros avisos de lo que se avecina.

¿Síndrome post-vacacional? Estimado lector, búscate un buen libro, comparte su relato y trasládate. Ya estás sintiendo otra vez un tiempo diferente.

Llega el cartero y llama a todos los timbres del portal: ¿Están todos sordos ahí?Vive la vía.

Agustín Ruiz Larringan, herritar aktiboa.