Las venas abiertas del Imperio y sus satélites

En 1970, Eduardo Galeano
escribía el clásico y
censurado ‘Las venas abiertas de
América Latina’. El asesinato del
cantautor, poeta y místico
Facundo Cabral, el pasado fin de semana
en Guatemala, me llevó a
reflexionar sobre el presente y el pasado
desgarrado de esa amplia y
pobladísima área
geográfica con la que
compartimos idioma y herencia cultural.
Región, como denunciaba el
insigne periodista y escritor en su obra,
inmemorialmente sometida a la pobreza y
violencia derivadas de los abusos y los
saqueos de sus riquezas naturales por las
potencias y capitales extranjeros desde la
conquista española hasta nuestros
días.

Según cuenta la prensa local,
el asesinato de Cabral, que murió
acribillado en el aeropuerto de Guatemala
días después de haber
cantado ante 5.000 devotos seguidores,
ha dejado a la población de ese
país, ya abatida por una historia
de represión y miseria, sumida en
la más absoluta desazón
y vergüenza por el solo hecho de
que el acto criminal se haya perpetrado
en su suelo. Una afrenta más
para un pueblo secularmente humillado.
Para una Latinoamérica
secuestrada por toda clase de mafias y
donde cadáveres acribillados en
solares y cunetas pueblan sus pesadillas
y paisajes cotidianos.

En el prólogo de su famoso
libro, Galeano recogía unas
palabras premonitorias pronunciadas en
1913 por el presidente norteamericano
Woodrow Wilson: ???Un país
es poseído y dominado por el
capital que en él se haya
invertido???. ???Es
verdad???, reconocía el
escritor, que remachaba: ???Desde el
descubrimiento hasta nuestros
días todo se ha transmutado
siempre en capital europeo o, más
tarde, norteamericano, y como tal se ha
acumulado y se acumula en los lejanos
centros de poder???. Lo que le
llevaba a concluir, refiriéndose al
expolio de las riquezas del continente por
parte de las potencias extranjeras:
???En la alquimia colonial y
neocolonial, el oro se transfigura en
chatarra y los alimentos se convierten en
veneno???.

Hace cuatro décadas, cuando
escribió su libro, Galeano no se
imaginaba ni por lo más remoto el
futuro despertar de Brasil, propiciado por
la conquista de su propia
soberanía que, a su vez, le ha
permitido alejarse de los paradigmas
económicos dominantes. Ni
tampoco que el impúdico
despotismo aplicado a terceros se
volvería después contra el
Imperio (tal y como lo califica Fidel
Castro) y sus satélites europeos.
Y es que ¿no recuerdan esas
preocupaciones del escritor uruguayo a la
ingobernable crisis en que los mercados
de capitales han sumido a las antiguas
potencias coloniales?

Seguramente esto no
consolará al autor de ???Las
venas abiertas de América
Latina???, que antes que profeta o
visionario, es humanista, pero lo cierto es
que a los antiguos conquistadores sus
sucias artimañas se les
están empezando a volver en
contra. Y, como en una suerte de eterno
retorno, lo trágico es que se
olvidaron de fabricar el antídoto
contra su propia ponzoña.
Seguramente pensaron que nunca lo
necesitarían.

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia