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La cultura está a salvo… a pesar de la Esteban

Desde que T5 fía sus resultados de
audiencia a Belén Esteban me he
interesado mucho por el personaje.
¿Cómo es posible que una
criatura inculta a más no poder, con un
genio que p’aqué, graciosa sólo
a ratos… provoque tanto interés
en la audiencia que ve la televisión? En
este punto y antes de continuar, me
gustaría resaltar que eso de las
audiencias es un tanto engañoso, puesto
que el verdadero ‘ranking’ lo
batimos la gente que no vemos regularmente
televisión.

Según datos de una cadena de
televisión, un 83% de personas en el
Estado conecta el receptor a diario: 39
millones. Ya que estamos con la
‘princesa del pueblo’ veamos las
cifras de la final de GHVip, en el que ella fue la
estrella: 4,9 millones. A esto, los medios le
llaman “pulverizar las
audiencias”. Pregunto:
¿Cuánta gente no estaba viendo
la televisión en ese momento? 42,1
millones. Es decir, fue la indiferencia la que
“pulverizó” (literalmente)
las audiencias. Datos cantan.

Así que yo estoy bastante tranquila
respecto a la influencia del ‘efecto
Esteban’ y el de la TV en su conjunto
sobre nuestro nivel cultural, peligro que tan a
menudo se intenta conjurar colgando a cadena
y los programas donde trabaja el estigma de
‘telebasura’.

La última cruzada se lanzó
alrededor de la Semana Santa, coincidiendo
con la final de GHVip. Una campaña en
twitter, bautizada como ‘Quemando
España’ y firmada por
Bécquer, Calderón, Lorca y
otros, reivindicaba la “verdadera
cultura”. Exponían así
sus objetivos: “Vivimos tiempos en los
que la prensa rosa vende veinte veces
más que la educativa y la
televisión emiten más de 10
horas diarias de telebasura. Les criticamos y
nos reímos de ellos al mismo tiempo
que les solucionamos la vida. Somos
cómplices…”

Perdónenme insignes escritores
pero, si se dieran una vuelta por las
librerías en lugar de perder el tiempo
viendo la tele, encontrarían bastante
poca “cultura” en medio de un
océano de papel (y bosques)
desperdiciados en ensayos y novelas
absolutamente prescindibles. Otro tanto se
puede decir de los periódicos y la
ingente cantidad de revistas que se editan.
¿Dónde está la prensa
educativa? ¿Dónde la prensa
informativa? ¿Dónde los
‘clásicos’ por ustedes (u
otros) firmados? ¿Dónde los
auténticos/as escritores/as o
pensadores/as?

A mí, como lectora habitual, esto
es lo que me preocupa. Como me inquieta que
la capacidad de concentración de cada
vez más personas se agote en los 140
caracteres del tuit o en las tres líneas
del guasap. Y no rechazo, para nada, las
nuevas tecnologías y medios. Al
contrario: facilitan la comunicación a
todos los niveles, han elevado la pluralidad y
ofrecen a cualquier persona la capacidad de
emitir mensajes a la colectividad, lo que ha
convertido a la información en un
instrumento más democrático.

Retomando a Belén Esteban, he
llegado a una conclusión, sin
ánimo de sentar cátedra (para
un estudio detallado del personaje, remito a la
tesis doctoral que elaboró la profesora
de Periodismo de la Universidad de Sevilla
María Lamuedra Graván). Mi
parecer es este: a pesar de la
transformación física y
psíquica que (para mal) ha
experimentado la ‘princesa’ de
T5 desde sus primeras apariciones televisivas
allá por el año 2000, hay algo
que conserva y que es lo que la hace
interesante: su autenticidad. Ella es ella, a
pesar y por encima de todo. Se la ve sincera,
transparente. Lo que escasea en los escenarios
públicos, donde todo son gestos
estudiados y discursos enlatados. Es decir,
pura ficción. De modo que se produce
la paradoja de que lo que parece teatro es
veraz, y lo supuestamente genuino se reduce a
pantomima.

Más datos para la
reflexión: Según el diario
británico The Independent,
Belén Esteban fue una de las
‘celebrities’ más
rastreadas en google internacional entre el 15
el 21 de diciembre de 2009. La final de GHVip,
recientemente celebrada, además de
su éxito de audiencia (siempre
teniendo en cuenta que es minoría la
que ve la televisión en cada momento),
dejó un reguero de medio
millón de comentarios en las redes
sociales.

Ni el partido de la selección
española ni
‘Cuéntame’. Ni Pablo
Iglesias ni Albert Rivera. Seguro que
todavía hay mucha gente incapaz de
identificar a las dos nuevas estrellas del
firmamento político. Como a
Calderón o Lorca. Pero una cosa es
incuestionable, todo el mundo conoce
quién es Belén Esteban y sabe
lo que puede esperar de ella. Esto es: es de
fiar. Si su nombre se añadiera al de
aspirantes a la presidencia del Gobierno en las
elecciones generales, entonces sí que
el mapa político saltaría por los
aires.

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Mertxe Arratibel es periodista en andra.eus

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