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Del amor al odio hay un paso: la cosificación

Impactada, abrumada, por el doble crimen por violencia machista ocurrido en la localidad donde resido, Abadiño, comparto algunas de las muchas reflexiones que han ocupado mi mente estos días.

1º- A la sociedad le cuesta asumir la terrible realidad de la violencia sexista a pesar de la contundencia de los datos (en el Estado español, 1326 mujeres han sido asesinadas desde 1995 y ya son 65 este año). Me refiero a que el machismo sigue siendo una realidad férreamente arraigada en la sociedad y que, por este motivo, su expresión más cruda, la violencia física (incluida la sexual), puede manifestarse en cualquier pareja. No hace falta que se dé ningún requisito especial. Basta con que hombres y mujeres nos eduquemos en una cultura discriminatoria hacia las mujeres para que ese riesgo exista y, evidentemente, nuestra cultura es sexista (segrega al género femenino)

2º- Que a una pareja ???se le vea bien??? no quiere decir que no exista violencia en su seno. La violencia sexista tiene muchas manifestaciones: desde los sutiles micromachismos, que consisten en utilizar los privilegios que la sociedad concede a los hombres para abusar del tiempo y la capacidad de aguante, trabajo y entrega de las mujeres; pasando por la violencia psicológica, económica (controlar su acceso al dinero), física??? A este respecto aporto también algo que leí hace poco y es que las personas se despliegan a tres niveles: un nivel social, en el que representan el papel más amable, podríamos decir; la esfera doméstica, donde se permiten ser ellas mismas y mostrar confianzas que no exhiben en público; y el mundo secreto, que no conoce nadie más que cada cual. Esto, como podemos suponer, puede ser una caja de pandora.

3º- Del amor al odio hay un paso: la cosificación. Ella apuntala el machismo. Cosificar consiste en convertir a una persona en una cosa, es decir, en un instrumento. Un instrumento es un medio para lograr un fin. En el caso de las mujeres, la violencia simbólica ejercida por las industrias culturales (medios de comunicación) nos reduce a la categoría de objetos hechos para el placer y el bienestar de los hombres. Ejemplos de esto son la invisibilidad y los estereotipos (imágenes fijas que no responde a la realidad) con que se nos representa en los medios y que alcanza su máxima expresión en la publicidad.

Las cosas las tenemos para usarlas y tirarlas cuando ya no nos sirven. Cosificar a la propia mujer cuando desde todos los ámbitos nos llegan mensajes que casan con esta idea es algo relativamente sencillo porque se hace inconscientemente. Si un hombre dice que se ???tira??? a una tía como si se tratara de un trofeo de caza, sus contertulios le jalean y le ríen la gracia. Evidentemente, han visto todos los anuncios de esa famosa gran superficie de artículos de electrónica que mostraba a majorettes “calentando el ambiente”. Incluso de esa otra marca de desodorante que presenta un túnel-vagina atravesando el cuerpo de una mujer con las piernas abiertas para mostrar los ???seductores efectos??? de su producto. A esto sólo falta añadirle que la pornografía sea su método de educación sexual (¿Cómo nos simboliza la pornografía?)

Cuando los medios nos representan como objetos, cuando nuestra presencia en espacios públicos (espacios de poder) es insignificante, a pesar de que hace años que somos mayoría en las universidades (es decir, que no nos falta talento y preparación), desvalorizar, deshumanizar, cosificar a las mujeres es algo relativamente fácil.

Los mecanismos de la violencia machista no son diferentes de los de la violencia que se ejerce contra grupos enteros de población. Las mujeres sufrimos ya violencia por el simple hecho de serlo. Si además pertenecemos a una minoría étnica, política o social, corremos el riesgo de sufrir violencia por partida doble.

La violencia contra las mujeres es producto de la visión patriarcal del mundo. Por tanto, no es posible erradicarla sin actuar contra el machismo en todos los frentes, incluido (y muy importante) el espacio simbólico. No se puede combatir cualquier tipo de discriminación sin combatir el machismo. En consecuencia, una sociedad globalmente más justa e igualitaria pasa por desterrar el sexismo de nuestras vidas.

Esta tarde nos manifestamos en Matiena a las 19.30, partiendo de la plaza del kiosco.


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Mertxe Arratibel es periodista en andra.eus

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0 Comentarios

  1. izas

    Desterrar el sexismo de nuestras vidas? No creo que lo lleguemos a ver

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  2. izas

    Desterrar el sexismo de nuestras vidas? No creo que lo lleguemos a ver

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  3. Kapelastegi

    ALTO Y CLARO. Necesitamos la ayuda de los hombres en esta ardua tarea de la concienciación.

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  4. Kapelastegi

    ALTO Y CLARO. Necesitamos la ayuda de los hombres en esta ardua tarea de la concienciación.

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