De Marcelo Bielsa y futbolistas privilegiados

Si cerca de la Tierra hubiera algún planeta habitable soleado y con olor a perfume Lacoste, estaría poblado por futbolistas de primera de todo el mundo. Me cuesta imaginarme una casta tan privilegiada y marciana como la que conforman algunos futbolistas de Primera División, que siguen en su limbo, exigiendo jornadas laborales reducidas, reducciones fiscales y sueldos de antaño.

Hay cientos de ejemplos cada vez que termina una temporada, pero me vienen a la cabeza los ejemplos de Amorebieta y Llorente. Creo que son los únicos asalariados de este mundo que han podido renegociar su sueldo tirando por lo alto, y viendo que no cumplían sus expectativas, encontrar otro empleo sin apuntarse al INEM.

Y alucino, porque esa casta de privilegiados tiene millones de seguidores sumisos al sistema a lo largo del mundo, entre otros, yo. Seguidores y fieles, que se distraen con criticar a otros privilegiados, que dicho sea de paso, nunca está de más. Pero lo verdaderamente interesante sociológicamente, sería descubrir por qué cuesta tanto alzar la voz contra la clase futbolística privilegiada. Así, de esa manera e indirectamente, se ensalzaría también las y los millones de futbolistas que juegan y viven del fútbol como cualquier otro currela.

Sueldos exorbitados

¿Cuál es la jornada laboral de un futbolista? ¿Cuál es el sueldo medio de un jugador de primera? ¿Cuánto aporta en impuestos directos a las arcas públicas? ¿Por qué en Bizkaia, por ejemplo, no se les exige un esfuerzo fiscal proporcional a lo afortunados (de fortuna económica) que son? En este territorio, los jugadores del Athletic (los únicos que cobran más de 300.000 euros) tributan en impuestos entre un 19% y un 22%, según los datos publicados en el diario Gara el 17 de junio. Para esos sueldos, lo reglado sería tributar un 45%. O sea, la ley está hecha ad-hoc para ellos, porque son unos privilegiados e intocables.  

Lo de la aportación a las arcas públicas es muy sugerente. Resulta que si alguien como yo pide que los futbolistas de sueldos exorbitados (privilegiados) aporten un buen pellizco de sus ingresos a la sanidad pública, a la educación pública y al transporte público, alguien nos responde que eso es muy peligroso. ¿Por qué? Porque si lo hiciéramos así, nuestros ricos, entre ellos los futbolistas, se largaría a tributar a otro lugar.

Lo triste es que, aunque lo asumamos, sigamos idolatrando a personas que reconocemos que serían capaces de tributar en otro lugar por tributar menos, por ser más ricos, en lugar de estar dispuestos a contribuir con su riqueza a la zona que le da de comer. Somos capaces de sufrir cuando sufren ellos, de tatuarnos su nombre, de gastarnos un dineral por animarles en un estadio. Somos capaces de erigirles en nuestros representantes en cualquier lugar del mundo; cuando ni siquiera saben lo que es negociar una no bajada de sueldo de una cifra de dos dígitos frente a sus jefes. Insisto, hablo del par de docenas de privilegiados, no de muchos futbolistas que sufren impagos por la burbuja del fútbol.

La burbuja del fútbol

Ahora bien, se puede atacar y criticar a los funcionarios (a todos), a los banqueros (a todos), a los políticos (a todos); pero todavía no podemos empezar con los futbolistas, los entrenadores, los presidentes, los ojeadores, los árbitros y demás profesionales del mundillo privilegiado.

Y alguien me dirá que por encima de esa casta estará siempre el Athletic. Sí, es cierto, el Athletic hubo un tiempo en que no contribuía a la burbuja del fútbol y a la casta de privilegiados. Hubo un tiempo en que los jugadores rojiblancos no estaban sobrevalorados por la filosofía del club, y hubo un tiempo en el que los jugadores no se aprovechaban de esa situación. Pero hoy, el Athletic y todos los clubs de primera mantienen una casta de privilegiados. Y eso hoy es especialmente denunciable por obsceno e insolidario, porque hay cientos de miles de personas en Bizkaia, en Euskal Herria y en España que sufren económicamente.

No se trata de hacer demagogia.  Se trata, simplemente, de que si a un jugador no le convence la oferta económica del Athletic, le podamos criticar públicamente sin sentirnos extraterrestres. El marciano es él, que negocia y patalea por una cantidad de euros con las que se podrían alimentar a cuatro familias en un año. Sin embargo, a él se le permite el pataleo, y a quien le critica le corresponde el escarnio público.

Pues yo, por lo menos, me estoy desahogando.

Más solidaridad

Otro de los tópicos futbolísticos es que el balompié debe ser inmaculado en temas políticos. Como si el IRPF que pagan en sus contratos, las construcciones que se llevan a cabo, el consumismo que fomenta la mayoría, los valores morales que venden, el precio de las entradas, los derechos televisivos futbolísticos??? como si todo eso no tuviera que ver con ideologías políticas. ¡Claro! Como hasta hoy les ha venido de perlas aparentar que el mundillo es puro y no se contamina de política, ¿por qué cambiar ahora de rumbo?

Pues efectivamente, quizás sería el momento de reivindicar más política en el fútbol. Pedir, por ejemplo, que se construya un sistema que sea más solidario entre ellos, con sus colegas de otras divisiones que no cobran, con las mujeres que juegan al fútbol y viven ignoradas; y más solidaridad con el resto de la sociedad. Todo en base a una ideología política que defienda esos parámetros.

Críticas del Athletic femenino

Pues a todo esto, creo que hubo un colectivo que empezó a criticar todo ello. Realmente no sé si fue así, pero creo que las futbolistas del equipo femenino del Athletic ya alzaron la voz por el tratamiento marginal que recibían. ¿Dónde quedó aquello?

Y les sucedió un entrenador que también avanzó por ese camino: criticó a una empresa poderosa, de aquellas que tienen poder (también político) en el Señorío de Bizkaia; predicó la austeridad, aunque quizás sólo fuera en público; predicó el esfuerzo y el trabajo como atributo, por encima del mero talento innato; censuró la inmadurez, los privilegios y el ego de sus futbolistas; recuperó la reflexión como ideología;  reivindicó su sabiduría, por encima de los intereses periféricos y las intoxicaciones mediáticas, políticas y económicas.

Por lo tanto, fue un personaje atípico que se enfrentó al sistema, aunque fuera acatando al sistema. Quizás un menchevique revolucionario que silenciosamente quiso aportar algo al cambio del sistema futbolístico. Y quizás por eso lo echaron. Porque el fútbol es conservador, como no podría ser de otra manera. Conservador de aquellos que sienten que sus privilegios pueden tocar a su fin si muchos tipos de estos se cuelan en su sistema.

Bielsa, único

¡Pero qué le pasa a la gente!, ¿Acaso sólo yo veo las injusticias en el mundo del fútbol, el mundo más mediático y público del universo?

¿Sólo yo sospecho que a Bielsa le echaron sin razones deportivas? ¿Sólo yo sospecho que los jugadores del Athletic no comulgaban con Bielsa porque les trataba como currelas y no como privilegiados?

En fin, sigamos anestesiados. Echarán San Mamés y se construirán otros. Pero Bielsa será único. Su sucesor será nombrado a dedo y quizás no fomente un pequeño cambio en el mundo futbolístico, sistema que con nuestro silencio seguiremos alimentando. Así, de triste; así de sencillo.  

Julen Orbegozo kazetaria da