Guerra al biberón e ideología

Resulta que ahora que tenemos estudios que dicen que el instinto maternal no existe, va el Gobierno de Venezuela y declara la guerra al biberón al convertir en un ???asunto de Estado???, según feliz expresión de ???El País???, la obligatoriedad de amamantar a los bebés y las bebas.

Tal y como informa este diario, la Asamblea Nacional debatirá a partir de hoy la Ley de Protección, Promoción y Apoyo de la Lactancia Materna. Los preclaros legisladores creen que ???que todo niño tiene derecho a la lactancia??? y se disponen a prohibir el uso de biberones y la leche maternizada.

Este caso y la proyectada reforma de la Ley del Aborto gallardoniana coinciden en un doble dislate que las mujeres soportamos sutil o abiertamente de forma permanente: la violación de nuestra autonomía personal y la mutilación a que nos somete la constante actualización del ???eterno femenino??? que inventara Goethe. Esta expresión invoca a la mujer asociada a los rasgos de la feminidad elaborados por siglos de cultura patriarcal y que la realidad desmiente. ¿Son posibles las mujeres desprovistas de las características atribuidas al género femenino? La evidencia nos muestra que sí.

Ahora lo aseguran también los estudios científicos. En una noticia publicada en ???El Correo???, se informaba de que un estudio científico francés concluía que el ???instinto maternal??? lo pueden desarrollar también los hombres.

Lo curioso es que el periodista se contradecía, ya que aseguraba que ???los grupos feministas más radicales llegaron a negar su existencia (del mencionado instinto), pero psiquiatras y psicólogos se ocuparon de devolvérselo a las mujeres???. El contrasentido que encuentro en tal afirmación está en que si se trata de algo que también pueden cultivar los hombres, ¿cómo va a ser instinto y además maternal? Precisamente, creo que las conclusiones de la investigación dan la razón a las feministas: el instinto maternal es un invento del patriarcado para mantenernos a las mujeres siempre preparadas para dar vida y placer a los demás, olvidándonos de nosotras mismas. Este es, al menos, el ???mandato de género’, que cada una se ocupa luego de acatar o de transgredir.

Estas medidas legislativas en marcha son una demostración más de que las mujeres no podemos bajar la guardia contra los intentos de someternos. Y esta batalla permanente nos impide reservar nuestras mejores energías para desarrollarnos personal y profesionalmente,  por lo que siempre jugamos en desventaja.

Se me replicará que también los hombres están sojuzgados y ahora más que nunca cuando parece que volvemos a los tiempos, no ya del feudalismo, sino del esclavismo. Sí, de acuerdo. Pero, además de todo eso, las mujeres soportamos la tiranía del machismo.

Así están las cosas a nivel social. Estos y otros son los tipos de ideología de los que bebemos desde nuestra más tierna infancia. Y como ninguna doctrina va a darnos una explicación completa del mundo ni de la existencia, no nos queda más remedio que situarnos más allá de estos reduccionismos si queremos conocernos, comprendernos y salvaguardar nuestra integridad. Sólo desde ahí es posible alcanzar las mayores cotas de autonomía y libertad. Y no únicamente las mujeres, también los hombres.

Esto individualmente, porque en el plano colectivo es preciso luchar por derribar esos muros que nos cercan y nos oprimen. Después de todo, somos seres interconectados e interdependientes. Y por más que lo intentemos no podemos ser ajenos, ajenas, a la suerte del resto.

Mertxe Arratibel es periodista en andra.eus