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Mañariko Udala
FP Zornotza
Maristak Durango
Amorebieta-Etxanoko Udala

Cenicienta y Alí Babá

Bajaba dando pirivueltas como unazinta-dantza aldeana o tal vez como una Mari de Anboto chiquilla todavía que bailaba por los escalones de Urkiola hasta Mañaria. Allí saludé al pasar a la estatua de Kirikiño junto al cementerio y me santigüé en el puente que lleva hasta la Iglesia parroquial.

Y mi zinta-dantza, al entrar en la  vega que conduce a Durango, se marcó otro paso de dantza lento como de vals hasta llegar a la ermita de Tabira, en las puertas de Durango, vestida de árboles de chopos y alamedas, canté un gol al cruzar el campo de la Cultu, finalmente me adentré por las espaldas de la calle por donde subían las devotas con el Padre Zabala rezando el Vía Crucis en un Viernes Santo  de cualquier siglo, con su velo de ir a misa.

Y me hice balsa junto a Santa Ana y allí escupí airada a Poncio Pilatos subido a la torre de la muralla y a Herodes sentado en un trono ridículo al pie de un bar.

Pero la balsa se hizo cascada y quedó  apresada en una larga doble hilera de traseras de casas malpintadas con un blanco renegrido y con su piedra de lavar la ropa medio metida en la corriente.

Y luego el Pórtico de Andra Mari, que me dieron ganas de mezclarme con una chiquillería todas vestidas de blanco bailando una danza de ballet

Y llegué a una calle de Montevideo, soñé aquel estuario del río de la Plata henchido de aguas de los Andes chilenos y del Altiplano boliviano y su lago Titicaca, y chocando sus olas con el puerto de Buenos aires, y  en la otra orilla norte derramando sus blancas espumas sobre las playas uruguayas…

Pero no, al llegar a aquella calle me hundí en un pozo de agua negra y noche cerrada, de ratas y piedras que caían de un edificio construido sobre el río, un infierno sin luz, y sobre mí había una notaría, un  gaztetxe, un montón de tienduchas de baratijas, y gentes que discutían de malas maneras, algo así como una cueva de Alí Babá y sus cuarenta ladrones.

Y escapé a aquella cueva y recuperé un cielo alargado como una línea gruesa, y atravesé una puerta de muralla pero ya sin muralla, salté bajo un puente recién estrenado, y terminé por ahogarme en otro río mucho más grande que llamaban el Ibaizabal, que venía de Berriz, Abadiño, de Zaldibar. Y ya no era Cenicienta, ni princesa ni Mari de Anboto, y otros lo  llamaban a aquel río Nervión. ¡Pero yo no era Cenicienta, ni Alí Babá, ni Mari de Anboto ni una rana, sino la más guapa de Durango!

Y me  encontré en una presa, de Arandia la llamaban, a un poeta, y me eché a llorar, porque seguía con el susto del paso de Montevideo en que perdí el cielo y se me hizo de noche oscura oscura, y entre sollozos le dije al poeta:

¿Quién me ha puesto encima esos pedruscos y esas ratas de alcantarilla y esos miedos que me han puesto a morir en medio de aquellas casas y aquellas piedras de lavar que mordían los pies y me han robado mis zapatos de princesa, señor poeta? Por favor, vaya usted al Ayuntamiento de Durango y dígales que nunca se ha visto en el mundo un pueblo que esconda su río, que en todos los sitios adornan las corrientes de agua con balcones, barcarolas, músicas y bailes. Que tengo derecho y exijo que me traten como a una reina, no como a una miserable Cenicienta, que Durango debe ser para mí aquel príncipe que despertó a la Bella Durmiente del Bosque y se casó con ella.

Que quiero a mis pies lavanderas enjoyadas, palacios como el de Isabel la Católica que me esperaba al lado de Santa Ana, campanas que me lancen cohetes y prendan hogueras sobre mis aguas… Y ya con más de cuarenta años desde aquella transición democrática y los ayuntamientos que han regido a Durango no se han dignado tirar aquella cueva de Alí Babá de mis dolores.

Y quiso mi buena suerte que un ayuntamiento que lleva unos meses se ha propuesto acabar con mis desgracias y derruir finalmente lo que otros malpermitieron.

Poco después el Ayuntamiento de Durango y URA y Bizkaia entera me quitaron aquella cueva de Alí Babá, me abrieron de par en par el cielo que perdí en la avenida de Montevideo, y se fueron las ratas del río y las basuras de sus orillas, y me han  prometido que en pocos días amanecerá esa Avenida de Montevideo como otra Venecia con Rialtos y barcarolas, gondoleros y visitantes ilustres de todo el universo.

Honorio Cadarso es periodista

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2 Comentarios

  1. Conformista

    *Me conformo con que no quiten el puente de hierro por donde antes pasaba el tren.
    *También me conformo con que por ese mismo lugar circule un bidegorri que atraviese Durango.
    *Me conformo con que no construyan 5 infames torres de 18 pisos que traerán más caos de ruido, humo y coches.
    *Me conformo con que en el parking de Tadu hagan unas hileras-isletas pobladas de césped y árboles para que los coches puedan tener algo de sombra cuando llegue el verano. Que no hagan el típico parking de hipermercado.
    *Me conformo con tan poca cosa…

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