152.000 euros tirados a la basura

En ocasiones, la mayoría de las personas o familias, para poder llevar a cabo algunos proyectos, se han visto en la necesidad de endeudarse. Endeudarse no es malo, siempre y cuando lo hagamos dentro de las posibilidades de cada uno o una.

Pongamos un caso práctico.

Una familia se ve en la necesidad de pedir un préstamo para comprar su vivienda. Todas las personas sabemos que los bancos no nos prestan el dinero de forma gratuita y que vamos a tener que pagar el dinero solicitado, más otro tanto en concepto de intereses.

Bien, tenemos como ingresos, dos sueldos. En el apartado de gastos, el préstamo de nuestra vivienda habitual, la luz, el agua, las tasas de basuras y demás impuestos, la comida…

Resulta que por circunstancias de la vida se le estropea el coche a uno de los miembros de la familia, y haciendo caso a la economía real familiar, no alcanza para comprar uno nuevo. Tampoco alcanza para pedir un nuevo préstamo. Sin embargo, esa unidad familiar tiene la suerte de contar con un pariente cercano que le deja dinero para comprar un coche de segunda mano. Las condiciones de devolución son muy ventajosas para la familia.

Pasan los años y nuestra familia va pagando honradamente sus deudas. Una mañana reciben una carta certificada donde se les notifica que son perceptores de una herencia. En la herencia, les indican que les corresponde un modesta cantidad de dinero. Esa cantidad no les alcanza para devolver ambas deudas, solamente una de ellas.

Podrían pagar al banco y cerrar la deuda, ahorrándose un pico en intereses, quitándose la presión constante y asfixiante de la entidad financiera; o podrían devolverle a su pariente el dinero que les dejó, aunque en este último caso pueden hacerlo cómodamente, poco a poco, ya que ese familiar no necesita ek dinero. Es un pariente con mucha solvencia.

Evidentemente, lo normal sería que optaran por devolver al banco el préstamo y con ello ahorrarse mucho dinero. En consecuencia, con el ahorro, podrían estar más holgados en casa y así devolver mejor y más rápido a su pariente el dinero que les dejó.

La lógica no siempre funciona

Si ese ejemplo lo trasladamos a la vida real, nos damos cuenta de que la lógica no siempre funciona. Con el Ayuntamiento de Durango, por ejemplo, resulta lo contrario. Resulta que Durango tiene, entre otras, dos deudas significativas: una deuda con una empresa pública, Azpiegitura, con intereses sangrantes por la construcción del pabellón multiusos de Landako; y una devolución a la Diputación Foral de Bizkaia por unas cantidades de más que nos concedieron en concepto de ayudas a los municipios (Udalkutxa) sin interés y que puede devolverse en cómodos plazos.

El Ayuntamiento de Durango dispone de cierto dinero sobrante (no invertido por su falta de previsión y mala gestión, aunque haya muchas necesidades en el municipio) que puede utilizar para pagar sus deudas. ¿Qué deuda quitarían ustedes primero, la empresa pública y sus intereses, o la de la Diputación?

Pues a pesar de sus asesores, quienes gobiernan en Durango decidieron devolvérselo a la Diputación, es decir, a ese pariente muy cercano que no te cobra intereses y tiene solvencia. Optó por seguir con el préstamo que ahoga a los durangueses. Además, en lugar de seguir pagando el préstamo, agrava el problema: demora el pago, con lo cual, va trasladando el problema año tras año, a pesar de que todavía no estemos amortizando las letras de una deuda que asciende a más de 2,7 millones de euros.

La factura de la operación es de 152.000 euros en intereses desde 2010 a 2013. Y la pregunta, ¿cuándo comenzaremos a pagar los 2.768.410 euros que nos quedan por pagar? ¿Cuántos intereses más deberemos pagar por la mala cabeza de familia de este Ayuntamiento, que nos aboca a tirar el dinero, a una deuda perpetua y una gestión nefasta de nuestro recursos?

Durangoko zinegotzia (EH Bildu).