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Crónicas desde las doce piedras

Crónicas desde las doce piedras

Inmersa en los actos conmemorativos de sus 50 años de vida, Gerediaga ha publicado ‘Hamabi harrien ahotsa’, un libro que repasa a modo de “crónicas de otras épocas” o “colección de historias” la trayectoria de una de las asociaciones más reconocidas de Durangaldea por la Azoka de Durango pero también por infinidad de facetas que han pasado más desapercibidas. El historiador Jon Irazabal y la periodista Raquel Calvo son sus autores.

“Hay tantas historias de Gerediaga como personas la han compuesto”. Raquel Calvo ha buceado en el archivo de la asociación y se ha entrevistado con una veintena de socios, ‘juntakides’ y colaboradores para empaparse de esos retazos de vivencias que se arrancan a los recuerdos y que suelen marcar la diferencia.

“Cada historia contenida en este libro ha sido para mí un descubrimiento, me ha revelado aspectos que desconocía del pasado de una comarca en la que ha crecido y me he formado como periodista y como persona”, admite la autora en los agradecimientos. 

En realidad, el nacimiento en 1965 de la Asociación Gerediaga de Amigos de la Meridad de Durango evoca ensoñaciones cervantinas. “Vieron molinos donde parecía haber gigantes. Hace cincuenta años, en plena dictadura franquista, un grupo de hombres y mujeres se reunió en el barrio abadiñarra de Astola para defender una identidad singular, diferente a la homogeneidad que se promovía por el régimen. Se sentían herederos de la vieja Merindad de Durango (…)”. 

Algunos de estos ‘Quijotes de Astola’ se llamaban Leopoldo Zugaza, José Luis Lizundia, las hermanas Rosario y María Concepción Astola, Jesús Astigarraga, Vicente Capanaga, Carmen Miranda…

Su interés por recuperar vestigios históricos y conservar y elevar el acervo cultural de la comarca se había despertado años atrás ante dos acontecimientos concretos: el derrumbe de la cubierta de una abandonada ermita de San Salvador y San Clemente de Gerediaga, y la amenaza que se cernía sobre la otra sede histórica de las juntas de la Merindad. La casa auditorio de Astola, a la que el Gobierno quería darle un uso hostelero. 

En ese contexto nace la asociación y en ese contexto eligen también como símbolo de su actividad las doce piedras en torno a un roble de la campa de Gerediaga. 


“El perejil de todas las salsas”

Pero cinco décadas dan para mucho y ‘Hamabi harrien ahotsa’ recorre, en algo menos de 200 páginas, algunos de estos pequeños y grandes procesos. “Es como si fuéramos a leer la crónica de una época”, coincidieron en destacar la presidenta de Gerediaga, Nerea Mujika, y Jon Irazabal durante la presentación del libro. “Reflejamos la historia y las historias de una asociación que, por decirlo de alguna manera, ha sido el perejil de todas las salsas”, añadió el historiador.

Calvo sitúa a Irazabal como el principal artífice del texto porque sin su relato principal, su “materia prima”, éste no hubiera sido posible. “Yo me he dedicado a trocear la masa, darle forma y cocinarla”, admite la periodista. 


Vanguardia cultural

El relato se inspira en muchas intrahistorias. Rememora, por ejemplo, cómo Gerediaga sumergió a Durangaldea en la vanguardia cultural de Euskal Herria a mediados de los sesenta con exposiciones y eventos que permitieron conocer la obra de los hermanos Zubiaurre y congregar en Garai a “lo más granado de las Bellas Artes”. De hecho, fue en este municipio donde se dio a conocer el ‘Manifiesto en favor de la Escuela Vasca en el arte’. También detalla los primeros pasos para la puesta en marcha de las ikastolas de Durango, Otxandio, Iurreta y Abadiño.

Otros capítulos aluden al compromiso de la asociación con el euskera, el folklore euskaldun y la conciencia de comarca. Tras la transición se plantearon nuevos retos y Gerediaga pasó a liderar proyectos relacionados con la recuperación de la memoria histórica, incidiendo especialmente en el bombardeo de Durango, y otros de vertiente más ecológica, como la gestación del parque natural de Urkiola o las protestas de escaladores en Atxarte.

Que 50 años no es nada, podría cantar el tango ante el camino que aún queda por recorrer. Ya no está el roble de la campa de Gerediaga que recordaba a quienes se reunían bajo su copa que “debían obrar y decidir de acuerdo a las viejas leyes y tradiciones”, pero sus doce piedras siguen allí, “susurrando su historia a quienes se acercan a escucharla”, atestigua Calvo.

(Nota: el libro puede comprarse en la sede de Gerediaga y en las librerías habituales de la comarca)

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0 Comentarios

  1. jokin

    otra asociación que vive de las subvenciones públicas. En Euskadi todo son txiringitos para colocar amiguetes en asociaciones que viven de las subvenciones y que su misión es organizar la liburu azoka una vez al año y sacar un par de textos.

    Eso si, el pnv todos los años nos sube los impuestos a la clase trabajadora(nos sube impuestos y nos quita desgravaciones), para luego colocar a los suyos donde poder meter mano a las cuentas. Eso si a los ricos cada vez menos impuestos y mas formas de evadir el pago de impuestos.

    Deja una Respuesta
  2. jokin

    otra asociación que vive de las subvenciones públicas. En Euskadi todo son txiringitos para colocar amiguetes en asociaciones que viven de las subvenciones y que su misión es organizar la liburu azoka una vez al año y sacar un par de textos.

    Eso si, el pnv todos los años nos sube los impuestos a la clase trabajadora(nos sube impuestos y nos quita desgravaciones), para luego colocar a los suyos donde poder meter mano a las cuentas. Eso si a los ricos cada vez menos impuestos y mas formas de evadir el pago de impuestos.

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