Jueves contra la violencia machista en Andra Mari

Una concentración recuerda cada jueves a las ocho de la tarde desde hace casi siete años en Durango que la violencia machista existe y se cobra unas 70 víctimas al año en el Estado. Son las cifras oficiales porque se producen muchas más no contabilizadas en las estadísticas.  Hay personas que no fallan semana a semana tras la pancarta.

Esta acción de protesta se planteó en 2005 tras el asesinato de la vecina de la localidad Ofelia Hernández a manos de su ex pareja. En esa época se constituyó también la asociación contra la violencia sexista Andereak, que reúne a mujeres de distintas procedencias y que es quien convoca las concentraciones.

Tras un primer momento en que la cita estuvo bastante concurrida, con el tiempo se produjo un bajón de asistencia. Una de las fijas desde el principio, María Antonia Intriago, que siente “mucho lo que está pasando con la violencia contra las mujeres”, ve normal que la gente se vaya desanimando si acuden pocas personas. “Cuanto menos ven menos vienen”, sentencia.

Este año se le ha querido revitalizar la protesta invitando a una asociación cada semana a participar y ha funcionado bien. “Esta nueva campaña empezó en octubre a propuesta de Idoia, una de las componentes de la asociación, y la verdad es que la respuesta está siendo fantástica”, explica la representante de Andereak Miren Sarrionandia, otra de las habituales en la concentración.

En su opinión, al mismo tiempo que se consigue el objetivo que se pretendía, las asociaciones se sienten agradecidas de participar. “Sienten que han puesto su granito de arena para denunciar este problema, aunque sepamos que la solución va para largo”.

“La mujer se atreve a ser libre”

Esta labor de concienciación ha servido también, a su juicio, para que las instituciones mejoren su atención a las mujeres maltratadas, pero destaca que éstas todavía se quejan de cierta pasividad. “Cuando hacen las primeras denuncias ven a veces falta de sensibilidad hacia su sufrimiento”.

En cuanto a la proyección social, cree que “los medios de comunicación están tratando de nuevas formas el tema” pero echa en falta “cierta reflexión que evite el sensacionalismo. Aparecen los datos de ellas y las iniciales de ellos. Quizás tendría que ser al revés. El maltratador tendría que ser el puesto en evidencia y no las mujeres, haciéndoles sentirse mal”.

El hecho de que cada vez haya más denuncias y más violencia lo atribuye a que “la mujer se atreve a ser cada vez más libre y a salir de esas situaciones en las que se ve muy atrapada”, lo que “provoca en ellos la reacción violenta de no querer aceptar el plan de vida que ellas plantean”.

Esta opinión la comparte Maite Salazar, fija en las concentraciones desde enero del año pasado.“La mujer ha espabilado y no quiere someterse al hombre y hay algunos que no pueden ver eso y, claro, esta violencia va a ir a más por esa razón. Al final, las mujeres llevan siempre las de perder”.

Cree que las concentraciones no son “cosa de unas personas a las que se les ha ocurrido” organizarlas, sino que responden a un “auténtico problema social”. Por eso no entiende que “la gente del pueblo no se involucre más”. Aunque opina que la razón puede estar en que “son cosas que pasan todos los días y ya nos hemos acostumbrado. Decimos ‘¡Pobre!’ de la que se ha ido y nada más”.

“Es un escándalo”

Esta escasa respuesta de la ciudadanía también asombra a Antonio Cabello, relaciones públicas del Centro Andaluz, que ha comenzado a acudir desde que su asociación vino a apoyar la concentración. “Es increíble que la gente no se vuelque en algo que tiene que ver con su propio porvenir. Que en un pueblo grande sólo se involucren 20 ó 25 personas es ridículo”. Tiene cuatro hijas y asegura que “no quisiera que les pasara nada de esto”, por eso desea “apoyar la lucha contra estos actos criminales”.

Además de su asociación, hasta el momento han sujetado la pancarta más de una decena: el Orfeón Durangués, Kriskitin, Bategiñez, Caritas, Herria, Más Curvas, Geube,Tronperri, Tabirako, Centro Cultural Extremeño, Centro Andaluz, Centro Palentino, Asociación de Comerciantes de Durango +dendak y Sartu.

Uno de los hombres más constantes cada jueves es Luis Egiluz, y también el de más edad. A sus 86 años es fiel a la cita cada semana. Considera este acto un llamamiento “a la concordia al derecho del ser humano, hombre o mujer, a llevar una vida feliz”. Le extraña también no ver a más gente en Andra Mari. “No parece que tenga mucha repercusión un fenómeno que todos los días es un escándalo. La sociedad actual tiene dos plagas, esta y los accidentes laborales, ya que el trabajador tiene que aceptar las condiciones que se le impongan”.