Otra del Oeste

Bilbao vivió el pasado fin de
semana otra más de las
películas de indios y vaqueros que
suelen escenificarse cuando los
poderosos, banqueros y demás
beneficiarios del “sistema” se
reúnen, sea en la ciudad suiza de
Davos, sea como Grupo del G-20 en esta
o aquella ciudad.

Automáticamente, los
excluidos del sistema, los “antisistemas”,
los indios encerrados en las reservas de
los barrios obreros y los suburbios, se dan
cita en el mismo lugar para plantarles
cara y aguarles la fiesta, a poner sordina
y desmentir las tesis de los poderosos y
los ricos de que el mundo va tan bien que
no puede ir mejor.

Esta vez le tocó a Bilbao, y a
la Primera Dama del FMI Cristine Lagarde,
al Rey Juan Carlos, al presidente Rajoy, a
Joaquín Almunia y algún
alto dignatario de la Unión
Europea, a los líderes del BBVA,
Telefónica, Endesa, Iberdrola,
AON y otras las grandes empresas
españolas.

Puestos a hablar de cómo
España camina de la estabilidad al
crecimiento, slogan del encuentro que se
celebró en el Guggenheim,
Cáritas denunció de
víspera desde la Iglesia
vizcaína que “echamos en falta en
este encuentro a otros agentes sociales
que lleven a los debates la voz de los
desempleados, de los desahuciados, de
los jóvenes, mujeres y tantos
otros que han caído en el
desempleo, de tantos hogares que
están por debajo del umbral de la
pobreza”.

Pero los organizadores del evento no
estaban de acuerdo con Cáritas
diocesana de Bilbao. Ningún
sindicato, ninguna ONG, ningún
colectivo de este género
había sido invitado a la Cumbre
del Guggenheim; solo los beneficiarios de
esta crisis, los que se están
llevando la mejor parte, consiguiendo
unos ingresos y ganancias
espectaculares, solo ellos estaban
invitados a la fiesta.

Volviendo a nuestra película
del Oeste, la Primera Dama del FMI
Cristine Lagarde, los gobernantes de la
Unión Europea, los banqueros, los
” vaqueros”, sheriffs, “mandamases” de la
política, congregados en el
“Fuerte” del Guggenheim, celebraron su
fiesta por todo lo alto. Los indios
debían quedar fuera de la
película, encerrados en sus
reservas en las praderas. Pero los indios
no se conformaron, y reclamaron su parte
en la fiesta.

El domingo 3 de marzo los sindicatos
de ámbito estatal CCOO, UGT,
USO, una representación de la
CGT francesa y de otros sindicatos
europeos, protestaron en la Gran
Vía, y el lunes 4 de marzo los
sindicatos de ámbito euskaldun
ELA y LAB, más la CNT y otros
colectivos, protagonizaron diferentes
manifestaciones, y se produjeron
marginalmente escaramuzas con las
fuerzas de Orden Público que
tenían ocupada la ciudad con
más de mil agentes.

Todo según el guión
previsto, todo con los mismos esquemas y
los mismos rituales y ritmos que se
producen en la Cumbre de Davos, en las
Cumbres del G-20, en los derbis
“calientes” de los grandes equipos de
fútbol, donde unos juegan en la
cancha, otros presiden, otros
actúan de ultrasur, otros de
hinchada deportiva y civilizada…

Pero, claro, los indios y las hinchadas
y los ultrasur actuaron en fuera de juego,
con un derecho restringido al pataleo.
Prohibidos los escraches, prohibido
arrimarse a la cancha donde juegan los
ases, a una distancia discreta de unos
cientos de metros, con cordones
policiales…El “Séptimo de
Caballería” vigilaba el Fuerte, y las
arterias principales de la Villa.

Y uno se pregunta por qué las
autoridades, que deben garantizar el
orden y los derechos humanos en la
sociedad no ponen coto a los desahucios,
al latrocinio de las “preferentes”, a los
recortes de sanidad, educación,
pensiones, a la fuga de capitales a Suiza
y otros paraísos fiscales, al
subidón de las tarifas
eléctricas, a tantos y tantos
pelotazos… Por qué la autoridad
protege a los presuntos o no tan
presuntos culpables de todos esos
desmanes y solo se preocupa de frenar
las protestas de los que sufren las
consecuencias de la crisis…

Algún rotativo bilbaíno
se ha lamentado estos días de
que los representantes de las clases
populares, en vez de ayudar a la
recuperación económica,
lo que están haciendo es frenarla
e impedirla…

Tomen nota, señores de los
sindicatos y ONGs que representan a los
trabajadores y a los desheredados de la
fortuna de Euskadi y de Europa entera.
Creíamos que son ustedes los que
sostienen con su trabajo la
economía de nuestro país.
Pero no faltan periodistas que por el
contrario opinan que están
frenando e impidiendo esa
recuperación… Ustedes, los que
no han sido invitados a los debates, los
que solo tienen la calle para expresar su
opinión, los que sufren la crisis.

Menos mal que otros muchos medios
informativos denuncian por activa y por
pasiva que esta no es la Europa de los
pueblos, la Europa de los trabajadores,
sino la Europa de los mercaderes. Igual
que en el Oeste americano. Siempre
ganan los vaqueros, siempre pierden los
indios.

Honorio Cadarso es periodista