Los sueños sueños son

Mayo amenaza con ser el mes en el que los sueños caducan y se desvanecen. Esta semana, sin ir más lejos, la ilusión de cientos de miles, ¡qué digo!, millones de personas, se han resquebrajado sobre la hierba de un estadio ???cinco estrellas???, muy cerca de los Cárpatos.

Pocas horas antes, también terminó por sucumbir el pacto parlamentario antinatura que aupó a Patxi López hasta Ajuria Enea. Y, para colmo, la sentencia que acaba de dictar el Tribunal Supremo en el caso conocido como ???Bateragune??? ha cercenado de raíz el hipotético retorno de Arnaldo Otegi a la primera línea de la arena política.

No es mi propósito hurgar en las heridas del león; mejor dejar que las lama, las restañe, y esperar que en un par de semanas se yerga, ruja y reivindique su trono, ese que por su juego y condición le corresponde. Tendremos, también, oportunidad de hablar, y mucho, del nuevo tiempo político que se le avecina a la izquierda abertzale.

Así que, pese a pecar de previsibilidad, e incluso de oportunismo, no me resisto a dejar pasar por alto que el Sr. Basagoiti, poco después de comparar al Sr. López con el mismísimo Homer Simpson, lo ha mandado a tomar viento fresco, con la manida excusa de que no puede dejar la crisis a quien no sabe gobernar.

Así que han pasado a la historia los días felices en los que el denominado ???bloque constitucionalista???, encabezado por el partido socialista y apoyado por su socio preferente, ejercía, haciendo gala de la aritmética de los escaños y del rodillo de la matemática, de gobierno de la comunidad autónoma.

Y, llegados a este punto, mi pregunta es: ¿Por qué ahora, y no hace dos, tres, cuatro o seis meses, o hace dos años y medio? Al fin y al cabo, la acción de gobierno del ejecutivo López, no se ha caracterizado por resultar especialmente brillante o eficaz para paliar la crisis. Más bien se ha limitado a capearla como ha podido por impulsos y sin un proyecto definido. Y siempre supervisado por los hombres y mujeres del Partido Popular, que ha asistido, cómodo, al inexorable desgaste de su socio, con un ojo puesto en Madrid, y el otro en las próximas citas electorales.

Imagino que la suya, como otras tantas, ha sido una relación basada más en el interés que en la afinidad; en un interés único que no iba más allá de desbancar a los nacionalistas vascos de las instituciones. Porque, si soñaban con cambiar el país, desde luego que lo han conseguido, aunque sería profundamente injusto y deshonesto atribuirles en exclusiva la responsabilidad última de nuestra actual caótica situación.

Abuen seguro, puestos a soñar, los socialistas vascos, soñaron con algo bien distinto y ahora les toca despertar, en lugar del sueño, de la pesadilla en que las agencias de rating, ciertas entidades financieras y políticas económicas de algunos de los países de la Unión, nos han metido a todos.

Jon Andoni Bengoetxea es abogado y presidente de la Cultural de Durango