Las cuatro fases

Cierra noviembre triste la fecha de San
Andrés, con jornadas de sol que han
ayudado a sobrellevar esa escasez de luz que a
muchos nos deprime. Quizás sea el
subconsciente quien de manera consecuente
nos conduzca a engalanar nuestras casas y
calles con un montón de bombillas de
variopintos colores dando forma a la Navidad.

Dejamos superada la primera fase de
manera tan testimonial como religiosa
(adviento o advenimiento), para plantarnos en
pleno mes de diciembre con idas y venidas que
incrementan los ingresos de los comerciantes,
algunos más preocupados que otros por
las incongruencias de la meteorología.

Llenamos aparadores, neveras y
congeladores de productos que en breve
cambiarán de lugar para satisfacer
nuestro paladar. ¿Os acordáis: –
“Hola, soy Edu: ¡Feliz
Navidad!”? Quien pone la mesa durante
las pantagruélicas comilonas y
“cenilonas”, en adelante
tendrá especial cuidado de reservar un
espacio junto al tenedor o el cuchillo para que
cada cual coloque su teléfono
móvil.

Después de atragantarnos con las
uvas durante las campanadas, comienza otro
día, otro mes y un nuevo año.
La farmacia y el gimnasio nos esperan. Ambos
establecimientos deberían organizar
una jornada de puertas abiertas antes de que
aparecieran los niños de San Ildefonso
en la televisión. Nos va a tocar, sin
saber a ciencia cierta qué, pero seguro
que toca.

En esta tercera fase, hemos tenido un feliz
encuentro: el futuro nos aguarda con un
despliegue de imaginación infinito, y
porque cuando uno se hace viejo nadie se
acuerda de ti, acostumbro a confesarles a los
locos bajitos que me gustaría que no
crecieran nunca para que pudieran seguir
siendo locos. Se lo recuerdo siempre en esta
época.

Así que, con la finalidad de hacer
más soportable la última fase
de este folio de papel que estoy rellenando
para asumir la terrible cuesta de enero, nada
mejor que una ocurrencia infantil como arma
eficaz para combatir una preocupación.

-Vamos a escondernos- me dice Saioa.

-Si los dos nos escondemos,
¿quién nos va a buscar?-
pregunto.

-El lobo.

¡Qué gran turrón!

Felices Fiestas a toda la galaxia y que la
fuerza os acompañe.

Agustín Ruiz Larringan, herritar aktiboa.