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Fair play

La Gala del balón de oro de la Fifa tuvo el lunes pasado, 13 de enero, la bella y humanísima idea de premiar a la Federación de Fútbol de Afganistán por su contribución a crear en este país asolado por la guerra un clima de paz y distensión a través del fútbol.

El fútbol, ese “esperanto” de la paz que une a todos los pueblos, que tiene como palabra y principio supremo el “respeto”, como superación de toda discriminación por razones de sexo o raza, que genera imágenes publicitarias tan bellas y emotivas como ese encuentro de niños palestinos e israelíes para jugar un partido entre ellos…

Un día antes, el domingo 12 de enero, en la misma tarde en que cien mil vascos reclamaban en las calles la culminación del proceso de paz en Euskadi y la superación de las dificultades que impiden ese final, en San Mamés, el Athletic con sus jugadores navarros, guipuzcoanos, alaveses y vizcaínos, se apuntaba el triunfo más redondo de la temporada por un 6-1 ante el Almería. Un Athletic que no se tiene a menos de contar en sus filas con sonoros apellidos euskaldunes o castellanos, siempre que sean originarios de Euskadi o de la Rioja.

No faltan quienes critican al fútbol y al deporte como un opio para hacer olvidar al personal los problemas de índole económica o política que le afectan. Y recuerdan aquello que pedían los plebeyos romanos a los emperadores: “panem et circenses”, pan y juegos en el circo.

Pero quizá son muchos más los que reclaman una gran atención al deporte como bálsamo que puede curar nuestras heridas, que nos acerca a todos los humanos y crea entre nosotros un clima de amistad y buen entendimiento, un espacio para la paz y la convivencia en medio de tantos problemas y tensiones.

Tampoco faltan quienes querrían politizar el fútbol y los deportes, vestir a los equipos con camisetas que copien la bandera de esta o aquella reivindicación política, convertir a este o aquel equipo en “más que un club”.

Por favor, señores responsables de deportes, señores directivos de organizaciones deportivas, señores promotores de juegos olímpicos y demás: respeten el deporte, no lo mezclen con ningún otro componente que pudiera dividir y enfrentar a los seres humanos.

Que siga siendo en este mundo de lobos y corderos un remanso de paz, un lugar de encuentro en un clima de igualdad, un tiempo de relax entre tantas tensiones y sufrimientos.

Honorio Cadarso es periodista

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0 Comentarios

  1. Azpi-gorri

    Hoy en día las guerras modernas y los patriotismos exacerbados se trasladan a los estadios de fútbol afortunadamente. No está mal mientras la cosa no pase a las manos o a las navajas. De cualquier manera sigue siendo el opio del pueblo, para bien y/o para mal.

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  2. Azpi-gorri

    Hoy en día las guerras modernas y los patriotismos exacerbados se trasladan a los estadios de fútbol afortunadamente. No está mal mientras la cosa no pase a las manos o a las navajas. De cualquier manera sigue siendo el opio del pueblo, para bien y/o para mal.

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