El triste futuro de Europa (II)

Europa se encuentra en una encrucijada y necesita virar en dirección opuesta. Debe cambiar su modelo productivo. Debe mejorar su sistema educativo. Debe controlar al sistema financiero, responsable de la larga crisis en que estamos inmersos. Como han advertido recientemente los autores del Grupo de Reflexión sobre el futuro de la Unión Europea (UE), el continente se enfrenta al enorme desafío de contrarrestar el creciente dominio de los mercados mundiales por parte de las economías emergentes, lideradas por China.

El reto es colosal. Veamos, Europa, influenciada por EE UU, ha hecho seguidismo de algunos de sus mayores errores estratégicos de las últimas décadas: apoyar una gigantesca industria de la guerra que se alimenta del terror y que propicia la enemistad entre los pueblos; y amparar una economía especulativa y depredadora. Quizás la UE ha dejado algo más de lado la producción armamentística, pero, a cambio, se ha revelado como alumna aventajada de los dictados de Wall Street en el estímulo del capitalismo financiero.

Como resultado, hemos permitido que  nuestras industrias se trasladasen a Oriente, donde se produce a costes mucho menores, mientras nosotros pretendíamos hacernos de oro sin mancharnos las manos, dejando que nuestro capital engordase en los mercados de valores y a través de ‘pelotazos’ varios.

En nuestro sueño de nuevos ricos, pensábamos que China, la India y los países del Este iban a cargar con las industrias contaminantes, mientras aquí nos ocuparíamos de la inventiva y la alta tecnología… Ha quedado claro que los minusvaloramos. Se llevaron las factorías y progresan a pasos agigantados en I+D. En algunos casos, aventajan a Occidente. China, por ejemplo, acaba de inaugurar un ultramoderno tren de alta velocidad, el más rápido del mundo, capaz de recorrer 1.100 kilómetros en tres horas. Y no sólo están avanzando aceleradamente en desarrollo técnico e innovación. Los expertos auguran que las potencias emergentes, denominadas BRIC (iniciales de Brasil, Rusia, India y China) tirarán del carro de la recuperación económica en los próximos años.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), China desplazará este año a Japón como segunda potencia mundial, por detrás de EE UU. Ha conseguido forjar sólidos acuerdos comerciales a lo largo y ancho de todos los continentes y su riqueza (Producto Interior Bruto-PIB) crecerá un 10% en 2010. La de EE UU, mientras tanto, lo hará en un 2,7%; y la de la zona euro (con España, Grecia e Irlanda en recesión) en un 1%.  Además, la India experimentará un incremento del 7,7%, Brasil de un 4,7% y Rusia de un 3,6%.

La participación de las cuatro potencias del BRIC (representan el 40% de la población del globo y el 20% del PIB) en el crecimiento de la economía mundial hasta 2014 se estima en un 61% del total. Los siete países más industrializados del mundo, englobados en el G-7 (EE UU, Canadá, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón), aportarán, en cambio, un exiguo 7%.

¿Estamos a tiempo de reaccionar, como urgen los expertos a la UE? La capacidad que las potencias occidentales han demostrado históricamente para liderar los destinos del mundo dice mucho a su favor, pero los tiempos están cambiando tan rápidamente que no se ve clara una posibilidad de vuelta atrás. El tiempo lo dirá. Y el esfuerzo que apliquemos entre todos tendrá mucho que ver también.

Resulta consolador, en cualquier caso, que las potencias del BRIC, reunidas recientemente en Brasil, hayan renunciado de antemano a protagonizar un nuevo colonialismo. En su declaración final, abogan por convertirse en agentes transformadores del mundo. Pero, precisó el ministro de Asuntos Exteriores de Lula, Celso Amorim, “no para convertirnos en una nueva aristocracia de poder, o sustituir a una vieja aristocracia, el G-8, sino para darle una nueva voz a los pobres en un mundo más justo y equilibrado”. Es difícil aventurar si estos países; pero sí estas mentalidades representan claramente el liderazgo que la humanidad necesita en estos tiempos.   

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia