El mecenazgo en los tiempos de la crisis

So pena de parecer mal vizcaíno, voy a atreverme a confesar públicamente, que no me parece mal que el Athletic, Bilbao Basket y Fundación Ciclista Euskadi se queden sin ayudas forales durante el próximo año.

Es más, me parece enormemente sensato, que el proyecto de presupuestos diseñado por la Diputación Foral de Bizkaia para el año 2013, haya suprimido las ayudas al deporte profesional.

A nadie se nos escapa que, en los tiempos de La Crisis, en los que los ingresos institucionales menguan a marchas forzadas e, indefectiblemente, por encima de lo previsto, se establezca un marco de prioridades, a fin de garantizar la prestación de determinados servicios básicos, en detrimento de otros menesteres menos dignos de protección pública.

Y según parece, los propios clubes afectados por la decisión han asumido, de buen grado, la decisión, conscientes del contexto económico y social en el que nos vemos inmersos. Faltaría más. No dejan de ser entidades privadas que venían recibiendo suculentas ayudas públicas, en su doble condición de embajadores de la imagen del Territorio en el concierto estatal e internacional, y de elementos tractores del consumo, básicamente, en la Villa de Bilbao.

Qué duda cabe que casi todos los clubes y agrupaciones deportivas pasan por penurias financieras, especialmente si permanecen lastrados por estructuras que derivan de las épocas en las que abundaban los mecenas pródigos en patrocinios que, a su vez, reportaban interesantes ventajas fiscales. Y, como casi siempre, el deporte-espectáculo, el profesional, ha sido, durante años, el gran beneficiado de la bonanza en los balances, acaparando ingentes aportaciones, tanto de las televisiones, como de las más pujantes empresas.

Pero el crecimiento, exagerado y, a veces, falaz, ha venido generando recursos para todos. También para los equipos más modestos. Para aquellos que, ahora, se ven impotentes ante la huida generalizada de sus habituales patrocinadores e, incluso, de su masa social.

Sólo faltaría que fuesen víctimas, además, del abandono de las administraciones locales. Es por ello que, aun dentro del ámbito puramente deportivo, es más lógico que se priorice, en la medida de lo posible, el apoyo de los clubes amateurs, siempre más expuestos a los vaivenes contables de las compañías privadas y a los recortes y tijeretazos públicos.

A lo mejor sería una buena idea incentivar especialmente la contribución a la financiación de los clubes que promueven y desarrollan la práctica deportiva, sobre todo la de los más jóvenes. En realidad sería, más que una buena idea, una necesidad. Porque es prioritario que, aun en los tiempos de la crisis, cultivemos espacios de esparcimiento y salud que resultan muy rentables a largo plazo.

Jon Andoni Bengoetxea es abogado y presidente de la Cultural de Durango