“Lo más difícil de actuar es sentir que lo que ocurre está pasando por primera vez”

El próximo 4 de mayo, la durangarra Maialen Marín se enfrentará por primera vez a su público, a sus 31 años, como coprotagonista de la obra ‘Mi madre también quiso ser pez’ de La Brecha Teatro. Una sesión que culminará un largo camino para cumplir su sueño de ser actriz y que podrá marcar el inicio de un prometedor futuro en los escenarios.

Marín cumple el tópico de un temprano descubrimiento de una pasión por la actuación que le llegó “de muy pequeñita”. “El cine era mi gran amor. Me metía en la piel de los personajes, vivía las películas que veía”, recuerda. Además, su carácter ya anunciaba que en un futuro podía estar vinculada con el espectáculo, ya que “era muy habladora, me gustaba mucho hacer reír a la gente, imitarles, cantar… pero nunca me animaba a dar ese paso más, a pesar de que mi familia y mis amigos me animaban a probar en un escenario. Me daba mucha vergüenza”, admite.

Tras su paso por el Conservatorio de Durango, donde tomó clases de piano y coro, se planteó iniciar la carrera de Arte Dramático, “aunque al final, ya que se me daban bien los idiomas, me decidí por Traducción e Interpretación con la idea de tener una especie de ‘colchón económico’ (de hecho, en la actualidad me dedico a ello)”.

La finalización de sus estudios coincidió con la apertura de Dantzerti, la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza de Euskadi, lo que fue una especie de ‘llamada’ para que Marín retomase su auténtico sueño. “Tuve dudas sobre si sería mejor estudiar Cine, ya que el audiovisual era lo que siempre me había llamado y además era una carrera más corta. Pero pensé que para tener una buena base debía trabajar la improvisación y adquirir herramientas teatrales. Además, trabajar en una película o una serie es bastante difícil, pero mientras salía algo podría abrirme camino en el teatro con proyectos más pequeños”, señala.

“Soy consciente de que actuar en San Agustín será una ocasión única que no sé cuándo se volverá a repetir”

Por lo tanto, Marín realizó las pruebas de ingreso en Dantzerti, aunque se quedó fuera “por muy poco. Pero al año siguiente volví a intentarlo y esa vez lo conseguí”.

Este éxito supuso dar el salto que esta durangarra llevaba años posponiendo: enfocar su futuro, definitivamente, en la interpretación. “Mi motor era la sana envidia que sentía de la gente que era capaz de vivir de ello. Lo interesante que tenía que ser preparar los personajes, documentarse, aprender de su historia y su psicología”, confiesa.

Investigar los matices mentales del papel a representar es, precisamente, uno de los aspectos que más le interesan en su labor como actriz. “¿Qué le motiva a hacer lo que hace, qué trasfondo tiene? Cada intérprete tiene su método para prepararse, una manera de calentar la voz, de trabajar desde lo físico o estudiar el bagaje del personaje. En mi caso me gusta prestar especial atención al subtexto, a lo que no se dice con palabras”, detalla.

Escenas “con enjundia”

En el caso de ‘Mi madre también quiso ser pez’ coincide que Marín y la otra coprotagonista de la obra –y directora y autora del texto–, Paula Prol, “somos amigas dentro y fuera de la escena y todo gira en torno a ese punto. Así que usamos el lenguaje que utilizamos habitualmente, súper cotidiano, con el que la gente se sentirá muy identificada”, adelanta.

A pesar de ello, reconoce que hay escenas “muy complicadas y con mucha enjundia”, aunque lo más difícil es, a su juicio, sorprenderse respecto a lo que va a ocurrir a continuación, a pesar de haberlo ensayado un montón de veces. “Debes sentir que lo que estás diciendo y escuchando está pasando por primera vez. Tienes que liberarte del texto y mantener la curiosidad por lo que va a pasar”.

Otra de las ‘dificultades’ para Marín será el hecho de subirse al escenario en Durango, algo que le da “mucho respeto”. “Tenemos la ventaja de que el día anterior estrenaremos la obra en Ermua, así que ya habremos roto el hielo. Pero estoy muy ilusionada de actuar en casa ante gente cercana y soy consciente de que será una ocasión única que no sé cuándo se volverá a repetir. Aunque, sobre todo, siento la responsabilidad de querer hacerlo bien y provocar algo en el público que le motive a volver al teatro”.