Una guitarra en Pinondo

Se nos ha ido la guitarra que convirtió el flamenco andaluz en patrimonio de la cultura universal. Se nos ha ido Paco de Lucía, tantos años arraigado en Pinondo, ese rincón que se salvó del bíblico Paraíso y sigue vivo junto a Santa Ana y, su iglesia y su Arco de Durango.

Tal parece que el rasgueo de su guitarra resuena en el cantar perenne de la presa de San Agustín. Aquellos rasgueos que llegaban hasta el río de Mañaria desde los jardines de la Casa de Doña María, del palacete de los Ampuero.

Paco de Lucía, que vivió un romance de amores apasionado con la duranguesa Casilda Varela Ampuero, que se casó con ella en Amsterdam en 1977, y con ella tuvo a Casilda (1978) Lucía (1979) y Francisco, Curro para la familia, en 1983, y luego ha tenido nietos.

Paco de Lucía, que gustaba de traer a su casa de Pinondo a sus compañeros músicos del mundo, al guitarrista inglés M. Laughlin, a Chick Korea, y con ellos jugaba partidos de pelota vasca en el frontón de su casa de Pinondo, y luego se iba con ellos a sus conciertos de jazz, flamenco, y músicas de todo el mundo en Vitoria, en Bilbao, en Donosti.

Paco de Lucía, asiduo txikitero por Goienkale siempre en buena armonía con todos los txikiteros de la villa.

A algunos les extraña que un andaluz de Algeciras, guitarrista  para más señas, se adaptase a los modos de vida y los deportes autóctonos de Euskal Herria, que endureciese sus manos de artista jugando a la pelota a mano, o dando patadas al balón.

Lo que pasa es que el guitarrista flamenco, hijo y hermano de guitarristas, pasó de un guitarrista de barrio a concertista y acompañante del gran Camarón de la Isla, y luego saltó “sin red”, en solitario, a la descomunal aventura de fusionar el flamenco con el jazz, con la música clásica, con todas las músicas del mundo, de encumbrar el flamenco a patrimonio cultural de la humanidad.

Uno está convencido que sus amores con una duranguesa, el embrujo de Pinondo y el casco viejo de Durango, operaron este milagro de convertir a un andaluz del arroyo en un ciudadano universal, y a su guitarra que solo hablaba andaluz le enseñase a hablar el lenguaje universal de todas las músicas.

Y es que Pinondo tiene el secreto de la universalidad. En Pinondo nació un tal Bruno Mauricio de Zabala, fundador de ciudades por el Nuevo Mundo; por Pinondo pasó un viajero universal, Guillermo Von Humboldt, que se empeñó en conocer todas las culturas y modos de vivir de todos los pueblos del mundo.

A su paso por Pinondo, Paco de Lucía hizo de su guitarra pueblerina que solo hablaba andaluz y flamenco una guitarra con acentos de todo el mundo.

Hay quien dice que Ernest Hemingway se hizo escritor universal en los encierros de San Fermín de Pamplona, y lo mismo le pasó a Orson Welles, el cineasta autor de Ciudadano Kane. Es el encanto de Pamplona, otro rincón de Euskal Herria. El mismo encanto de Pinondo, ese trocito transplantado desde el Paraíso de Adán y Eva hasta Durango. Esa plaza embrujada en la que Paco de Lucía se enamoró de este país, y trascendió todas las músicas lugareñas para hacer música universal.

Honorio Cadarso es periodista