Sobre la marcha

Este domingo no me llama la
atención la cartelera del
cine, así que sobre la
marcha lanzo una moneda al aire y
me pongo a escribir.

La cara:

Son las siete y pico de la tarde
y veo más gente paseando
por la calle que dentro de las
tabernas contemplando el partido
del Athletic. Un rayo de esperanza
ilumina mi corazón: el
género humano aún
puede regenerarse. Y que los
taberneros digan lo que quieran.

La cruz:

Quizás tenga una
manera mejor de emplear mi
tiempo, pero en este momento
sólo me apetece acechar en
la bocacalle de Kalebarria durante
un minuto exacto de reloj. Ni un
alma. No hay una sola puerta que
se abra ni persona fumando a la
entrada de cualquier bar.

Sin embargo he notado la
invisible presencia de los
espíritus de la noche
pasada. Han dejado indicios
físicos evidentes: una lata
de cerveza semi-vacía
sobre una repisa, medio vaso de
plástico con kalimotxo en
un banco fijo de madera…

El canto:

Me siento en mi rincón
favorito junto a la fuente de
Kurutziaga (la que no da agua).
Pasa ante mí una pareja
conocida y me saluda. Escribo
estas líneas en el block de
notas de mi teléfono celular
para que no se me olviden. Se me
empiezan ???a caer los
mocos???, del frío.

San Valentín
quedó atrás y
alguien me preguntó sobre
mi regalo de enamorado. No tuve
reparo en reconocerlo y en
contestar: un nuevo timbre para el
amor de mi vida, la bicicleta.
Ágil, grácil, velando
siempre por mi salud. Aceptando
en silencio mis olvidos y mis
descuidos pero siempre a mi
disposición. Igual que una
madre, vamos. Me tiene
???flechado??? como
dicen por Sudamérica y
salvo que un doctor en medicina
me indique que mi pasión
por ella es perjudicial para la salud,
pienso seguir siendo fiel hasta que
la (mi) muerte nos separe.

Me comentó un amigo
el otro día, que la
policía municipal de
Durango le llamó la
atención por no circular en
bicicleta sobre el bidegorri y hacerlo
por la calzada. ¿Me pueden
multar? Es probable que
todavía no. Cuestión
de habituarse a utilizar los carriles
bici donde los haya, incluso cuando
disfrazados de carreristas salimos
del pueblo a la carretera nacional.

¿Y los pasos de cebra?
Cuando rodamos sobre las aceras
con más de tres metros y
vamos a cruzar una calle, el
reglamento dice que debemos
bajarnos de la bicicleta y cruzar los
pasos de cebra con ella de la
mano.

Y aunque parezca mentira,
también se contempla la
obligatoriedad de llevar timbre. Es
motivo de alegría ver cada
vez más gente que se
mueve en bici por nuestros pueblos
y ciudades, así que
debemos ir transmitiendo las
normas básicas para su
buen uso en beneficio de tod@s
l@s ciudadan@s. Pronto llega la
primavera.

Agustín Ruiz Larringan, herritar aktiboa.