Cuando escribes un cuento…

Unos días son parecidos a otros
cuando comienzan, pero no lo son porque van
ocurriendo cosas diferentes a lo largo del
día. A veces surgen novedades
buscadas y logradas y otras veces suceden
hechos inesperados, novedosos, e incluso
sorprendentes y casi inexplicables. No siempre,
pero a veces sí.

Hace menos de un año, un domingo
para más señas,
apareció en mi vida un problema. Y el
problema fue entrando en mi vida poco a
poco. Yo no me daba cuenta que era un
problema y fui permitiendo que se acercara a
mi. Permitiendo e incluso buscando ese
acercamiento. Me gustaba tener el problema y
me apetecía tenerlo conmigo. Fui
viviendo situaciones que me resultaban
agradables y sigo queriendo que el problema
sea parte de mi día a día.

El problema tiene nombre y, claro, no se
llama “problema”. Pero no tengo
su permiso para deciros cuál es su
nombre real. Habla y piensa. Se ríe y
respira. Y discute. Duerme por las noches y
desayuna por las mañanas. Y si le he
llamado “problema” es por algo
muy privado entre nosotros y que no viene a
cuento explicar en este momento. Para
quienes tenéis interés en la
lectura de estas líneas debo deciros
que cuando habla dice muchas cosas y algunas
son muy divertidas, pero hay una que a
mí me parece digna de
mención, dice “soy
insoportable”.

Bueno, volvamos al comienzo.
¿Recordáis que era un domingo
cuando el problema apareció en mi
vida? Sí, seguro que no lo
habéis olvidado. Y en ese punto
continúo contando cómo fue.
Escuché una voz, puede que fuera
Dios, que me dijo: “si me prometes
cuidarle y no hacerle daño nunca, le
diré que te permita conocerle y le
diré que te quiera y que te
cuide”. Y así comienza el cuento
que estoy escribiendo desde aquel domingo,
hace menos de un año.
¡¡Desde entonces me gustan los
domingos…!!

Y llevo muchos años pensando que
cuando escribes un cuento es para hacer feliz a
alguien. Y algo más. Es para ser feliz
uno mismo.

En los muchos días que han pasado
desde aquel domingo he vivido momentos de
agrado y felicidad. No todos, pero casi todos. Y
hoy ha ocurrido algo que no puedo dejar de
contarlo. Creo que va a ser difícil que
se me olvide. Y ha sido un hecho tan tonto
como recibir una foto en mi teléfono.
Era una hora temprana, entre las siete y las
siete y media de la mañana, de la
mañana de un lunes, cuando comienza
la primera jornada de trabajo de una dura
semana. Y la foto refleja cómo un
lunes a primera hora se puede tener una
mirada serena y tranquila, una sonrisa que
dice claramente que hay felicidad, y hace que
quien la recibe se vuelva majareta y durante el
transcurso del lunes haya mirado esa foto
más de treinta veces. Cada vez que la
miro pienso que ha pasado un fin de semana
de esos que merecen mucho la pena y que no
se deben olvidar. Se deben repetir.

Estoy escribiendo un cuento para hacer
feliz a alguien, y espero conseguirlo. Pero lo
que os puedo asegurar es que yo estoy feliz
haciéndolo. Voy a poner todo de mi
parte para que sea un cuento muy largo, que
no se acabe nunca, y el que lo considere
demasiado largo que deje de leerlo. Yo voy a
seguir. Y es que cuando escribes un cuento es
para disfrutarlo y hacer disfrutar. Que
seáis todos muy felices. 

Fran Garate es concejal del PP en el Ayuntamiento de Durango