Cacofonía sindical

Ayer, 14-N, Grecia, Portugal, España, Italia y algún país europeo más vivieron una convocatoria de huelga sindical. Esta huelga fue secundada en otros países de la Unión Europea como Francia, Alemania, Austria, Polonia, Holanda, Dinamarca, Reino Unido, Rumanía, Finlandia, Suecia, y en Suiza con diversas acciones de solidaridad. Todo en protesta por la crisis económica que está castigando especialmente a las clases trabajadoras y más en concreto a las de los países indicados en primer lugar.

En Euskadi, una plataforma de organizaciones encabezada por Comisiones Obreras y UGT, secundada por LSB-USO, Jueces para la Democracia, Unión Progresista de Fiscales, EKA, Silikosia, UTE-ATESPV, Ikasle Ekintza, HOAC, Osalde, Bakeaz, ACCP Euskadi, Mesas por la Convergencia y otras organizaciones, secundaron la convocatoria estatal. No participaron ni apoyaron la huelga general  los dos sindicatos abertzales mayoritarios ELA y LAB.
 
Nada nuevo en este mapa sindical de Euskal Herria, incluida la comunidad Foral de Navarra. Desde los ya lejanos tiempos de la transición democrática, el sindicalismo  atraviesa en nuestro país un largo período de división y enfrentamiento entre las organizaciones de ámbito estatal CCOO y UGT y los sindicatos de ámbito euskaldun.

Sin ir más lejos, el 1º de Mayo de este año se escenificó en la Gran Vía bilbaína. Al pie de la estatua del Sagrado Corazón, una concentración del sindicato ELA, y una manifestación ambulante de CCOO y UGT que recorrió el trayecto de la gran arteria bilbaína hasta el Arriaga. Y cada vez que se celebra algún acontecimiento o alguna protesta de carácter sindical se repite irremediablemente la gran ceremonia del enfrentamiento, los mutuos reproches y críticas entre ambos “contendientes” que, a primera vista, parecen más inclinados a disputarse el espacio sindical y la adhesión de los trabajadores de Euskadi que a luchar en un frente común por defender a la clase trabajadora.

Es totalmente normal y comprensible que existan entre la clase trabajadora sensibilidades, ideas políticas y afinidades diferentes, y que esas diferencias de sensibilidad y de ideas den lugar a asociaciones sindicales diferentes, y que se disputen en buena lid el espacio sindical y la afiliación de los trabajadores. La unidad o unicidad sindical nos recuerda tiempos felizmente superados en que el sindicalismo venía impuesto desde el poder dictatorial de los vencedores de la Guerra Civil, y recibía el nombre de Sindicatos Verticales, y en ellos estaban encuadrados patronos y obreros.

En todo caso, puesto que los problemas laborales, sean de salario o de condiciones de trabajo, afectan por igual a todos los obreros, sería de desear que a la hora de la acción se llegase a acuerdos y a unos programas conjuntos. La división, los enfrentamientos entre los distintos sindicatos, dejan a los trabajadores inermes a merced del gobierno de turno y de los empresarios, que acostumbran a hacer piña en la defensa de sus intereses.

La huelga de ayer, 14-N, debería haber sido convocada en toda la Unión Europea, si lo que se pretendía era forzar a los Mercados y a los Gobiernos de la UE a cambiar el rumbo de la economía y someter a reglas de juego limpias y justas a todos los agentes sociales. Pero, por lo visto, los países que sobrellevan la crisis con cierta comodidad, llámense Alemania, Holanda, Bélgica, Finlandia, Francia, etc. no han sentido la urgencia de la huelga como los más castigados por el desempleo y los recortes como España, Portugal y Grecia.

El relativo éxito o el escaso seguimiento de la convocatoria de ayer en Euskadi y Navarra no significa, creemos, que los trabajadores de Euskadi no se sientan afectados por la crisis, o no se sientan ciudadanos europeos. También ELA y LAB han convocado huelgas generales en la misma dirección, solo que en otras fechas. Simplemente, lo ocurrido ayer pone en evidencia que aquí no se ha llegado a una acción conjunta de todos los sindicatos, como ocurre en Cataluña o Galicia, por citar dos comunidades con problemas similares a los de aquí. Que aquí a lo más que se puede aspirar es a huelgas parciales, unas mayoritarias, otras minoritarias, pero en ningún caso generales. Vistas las cosas desde esta perspectiva, la patronal vasca, los gobiernos de derechas, los mercados, quizá habrán sentido un cierto alivio al final de la jornada de ayer. Como siempre…

Honorio Cadarso es periodista