Trabajar más, ganar menos

He aquí la famosa receta de Díaz Ferrán, el expresidente de la CEOE para salir de la crisis. Receta que, por por lo demás, no se diferencia mucho de la que nos proponen los gobiernos, incluído el de nuestro país: dos años más de vida laboral, recortes salariales y de pensiones…

Uno tenía hasta ahora la impresión de que la humanidad progresa, cada vez disponemos de más recursos, más tecnología, más productividad… Pero por lo visto vamos para atrás, las cosas van de mal en peor; unos pocos son cada vez más ricos, la mayoría se está hundiendo poco a poco en la miseria.

Trabajar más, ganar menos. El 30% de la cosecha de uva de la Rioja de este año, que ha sido de excelente calidad, se ha quedado sin recoger en las viñas. Dicen que sobra vino en el mercado. Y el kilo de uva se ha pagado a precios bajísimos. En este momento, los viticultores no ven demasiados motivos para producir más y mejor vino, ante la perspectiva de tener que dejar la uva podrirse en las cepas. Por lo demás, en el mundo desarrollado es práctica habitual destruir cosechas enteras para mantener los precios al nivel que los señores del mercado de capital consideran más rentable.

Trabajar más, ganar menos. En veinte años, el número de vacas lecheras ha bajado en el estado español de 1,5 millones a 860.000, y la producción de leche desde siete millones de toneladas hasta 5.860.000. La demanda del mercado español, de 9 millones de toneladas, se cubre con leche comprada en Portugal, Alemania, y sobre todo Francia. Numerosos productores de leche españoles han tenido que cerrar sus explotaciones y buscarse trabajo en otro sitio, porque los precios que reciben por la leche son inferiores al coste de producirla.

Trabajar más, ganar menos. El Gobierno sostiene con el dinero público el mercado del automóvil, dado que la producción de coches supera ampliamente a la demanda. 

Trabajar más, ganar menos. El mercado estatal cuenta con un stock aproximado de un millón de viviendas nuevas, pero los ciudadanos españoles no tienen dinero suficiente para comprarse una vivienda.

Cosechas de vino, producción de leche y derivados lácteos, fabricación de automóviles, viviendas que no se compran dejarán una deuda pendiente de miles de millones de euros, de la cual se harán cargo los bancos, los cuales bancos recurrirán al Estado y al erario público para seguir ganando dinero como si no pasase nada…

Se pretende a toda costa vender caro y producir barato. Se pretende que el trabajador cobre poco por su trabajo y pague mucho por lo que consume. Y como no le alcanza el sueldo, se estimula su ansia de consumir con un bombardeo inmisericorde y demoledor de la publicidad comercial. Y cuando el consumidor no puede comprar, viene el desahucio, la ejecución de la hipoteca, el recurso a los comedores de Cáritas, la estadística de 4 millones de parados.

Trabajar más, ganar menos. Ganar menos, pero ¡eso sí! consumir cada vez más: cada vez mejores coches y más caros, mejores viviendas y más caras, mejores vacaciones y en paraísos más lejanos… Es el truco de nuestra sociedad que gobiernan los jeques-mandarines-capos de la mafia que llaman “mercado”. Un juego que aniquila a la persona humana, asfixiada por el ansia de consumir y la imposibilidad de alcanzar lo que desea, por una publicidad comercial que dispara hasta el infinito el ansia de poseer y disfrutar, y achica hasta los límites más bajos los ingresos de los trabajadores.

Porque la receta del presidente de la CEOE, las recetas de los gobiernos de hoy, dicen, sí, que hay que trabajar más y ganar menos. Pero se les ha olvido decir para qué y para quién tenemos que trabajar más.

Deberíamos ser capaces de ajustar nuestros deseos y ambiciones a las posibilidades de disfrute que nos ofrece este planeta en el que vivimos. El progreso ha dado a la humanidad, a los seis mil millones de personas que habitamos la tierra, la capacidad de satisfacer nuestras necesidades y alcanzar un nivel de vida mínimamente confortable.

Y todas las políticas, todas las religiones, todas las filosofías, deberían encaminarse a ese objetivo: que el ser humano acepte conformarse con ese nivel de vida posible, y que todos nos pongamos a producir esos bienes que necesitamos.

Honorio Cadarso es periodista