En buena parte del País Vasco se están produciendo los llamados «botellones» donde como es bien sabido se producen encuentros organizados entre jóvenes con el objetivo principal de tomar alcohol a la vez que confraternizan como segunda derivada.
Este verano se está significando por la proliferación y entidad de los mismos –en la playa de Plencia han llegado hace unos pocos días a reunirse 5.000 personas–, cuestión que se pone más de relieve por las especiales circunstancias que rodean todo lo que se refiere al covid-19.
Pero esta costumbre no ha nacido ahora ya que se lleva desarrollando entre nosotros hace ya un buen puñado de años sin que las autoridades tanto políticas como policiales se hayan dado por aludidas llevados por el principio de que «dejar hacer pasando» es mucho más cómodo e incluso hasta más popular.
Esa actitud pasotista por parte de las autoridades ha venido dando alas a una parte de la juventud –la que está a favor de este tipo de conductas– lo que ha derivado en una situación que se ha hecho incontrolable y para muestra de lo dicho ahí están las agresiones que está sufriendo la Ertzaintza cuando intenta tomar cartas en el asunto e incluso su nula capacidad para impedir las concentraciones de bebedores.
Existen leyes al respecto –como corresponde a la imagen de una sociedad desarrollada–, pero como en tantas otras ocasiones no se cumplen, porque en el fondo de la cuestión piensan las autoridades políticas que «son cosas de chavales», actitud que en definitiva, cínica e irresponsablemente, está alimentando el «que beban y se emborrachen, pero que no molesten» (de ahí la nocturnidad y los lugares solitarios de los encuentros).
La sociedad está ahora moviéndose en consecuencia a lo dicho entre unos lodos que tienen su origen en los polvos originados por la dejación de responsabilidades que nuestras autoridades políticas y policiales han hecho durante muchos años y eso es algo tan triste como evidente.
En resumen, la cuestión ha ido degenerando de tal suerte que estos jóvenes se han venido arriba enfrentándose –con la fuerza que da su elevado número– a la Ertzaintza con una violencia inusitada, alimentada en buena medida por su grado de embriaguez y por su falta de respeto general a todo tipo de autoridad. Tenemos pues ante nosotros un grave problema cuya solución no se vislumbra.
El botellón, como término, es reciente, no la costumbre. Ya los abuelos llevaban la petaca hace muchas décadas, cuando iban de marcha.
Estoy de acuerdo en la dejación de la autoridad en sus funciones. En Amorebieta, los delincuentes que apalearon a Alexander, estuvieron montando bronca por la tarde, y la policía lo sabía. Ahora sabemos que estos individuos tenían antecedentes, que estaban “monotorizados “ según las declaraciones de un funcionario. De vergüenza.
No te preocupes. Los políticos ya han confirmado que Amorebieta-Etxano es una localidad segura. Dormiremos más tranquilos. De vergüenza, sí.
Deberías es con b de burro.
Que resumen mas simplista de este problema ¡¡¡
Quizas deverias reflexionar por que hacen botellón. En que tipo de sociedad se han criado y educado?
En fin, no escribas para rellenar un papel en blanco… piensalo ¡¡¡
Lo que está claro es que la juventud ya no tiene nada que perder. 1.-La promesa de vacunacion de tenerlos vacunados para finales de junio un fiasco. 2.-El eterno paro y sueldos miserablemente bajos. 3.-Sin futuro y sin acceso a vivienda.4.-Un tema que a todos los politicos les da igual. Como serian las cosas si el paro no fuera tan alto? Como serian las cosas si tuvieran acceso a vivienda?. Esta claro tambien que estan hasta los huev*s y que tristemente pero verdaderamente no tienen nada que perder.