Ya estamos de campaña

Desde hace unas pocas horas, se ha dado el pistoletazo de salida a la carrera hasta la meta del 21-O e, irremediablemente, ya nos encontramos  inmersos en plena campaña electoral.

Aunque, mirado por el lado bueno, y como no hay mal que por bien no venga, ha terminado ese tedioso estadio de precampaña que ha durado, o al menos a mí así me lo ha parecido, la friolera de los más de tres años de mandato socialista.

Claro que, la timorata acción gubernativa, con muchos proyectos en la cartera, pero pocas normas aprobadas en el parlamento, y su permanente apariencia de interinidad, ha dado pie a ello. La legislatura se ha cerrado sin la entrada en vigor de leyes tan publicitadas como la de vivienda, o la ley municipal, y con la ratificación de un limitado número de textos legales de menor calado social.

Pero volvamos a lo principal. Ya estamos de campaña, y ya podemos prepararnos para recibir, durante quince días, un bombardeo de la más variopinta y previsible propaganda. Seremos víctimas, sin poder evitarlo, de una avalancha de publicidad programada, a pesar de la crisis, a gran escala, a machacamartillo, y sin el menor atisbo de piedad hacia sus destinatarios.

O tal vez esa austeridad, cuya necesidad tanto predican los políticos, gane en esta ocasión protagonismo y los partidos políticos nos sorprendan con una campaña diferente, original y creativa. Ojalá sea así porque, la verdad, ya estoy un poco harto de escuchar tantas veces los mismos mensajes dichos de la misma manera.

Aunque lo que me produce mayor hartazgo es que los candidatos, en este caso a parlamentarios, traten de tomarnos el pelo, especialmente durante estos días en los que esperan que nos traguemos sus discursos por inverosímiles que, a priori, puedan parecer.

Es por ello que les propongo que sometamos a una especie de prueba de credibilidad, lo que escuchemos estos días en boca de los aspirantes a ocupar Ajuria Enea y Lakua. Seguro que el resultado nos sorprenderá si, por ejemplo, pasamos por el filtro del posibilismo, la mera retórica o las palabras y los planes grandilocuentes que, en realidad, no llegan más allá que un brindis al sol.

O si, simplemente, nos limitamos a aplicar la más básica y elemental coherencia como criterio fundamental de análisis de las promesas y compromisos que tan generosamente nos harán llegar, incluso, quienes teniendo oportunidad de hacerlas realidad hasta hace unos días, no han movido ni un sólo dedo para materializarlas.

De lo que no estoy tan seguro es de que la sorpresa resulte agradable.

Jon Andoni Bengoetxea es abogado y presidente de la Cultural de Durango