Las razones de los Viva la Virgen y sus consecuencias

¿Qué razones pueden existir para que una parte de la población no guarde, no respete las medidas de seguridad que dictan las autoridades acerca de la pandemia provocada por el corona virus -19 que se ha llevado a la tumba a 1.500 personas en el País vasco, 30.000 en España y 300.000 en el mundo, cifras que no parecen como para tomárselo a chirigota?

Pues como siempre que ocurre con las cuestiones no medibles, mensurables, las razones son mezcla de una serie de cuestiones. Por ejemplo, la actitud de los negacionistas ya que, quien es capaz por ejemplo de defender que la Tierra es plana, puede negar sin despeinarse la evidencia de la pandemia. Los que por puro espíritu de contradicción niegan todo lo habido y por haber.

Los optimistas recalcitrantes que piensan que lo de lo contagios y sus consecuencias son cosas que les pasan a otros. Los que simplemente no acatan las normas, ni estas ni ninguna que supuestamente coarten sus “libertades” porque “no les da la gana”, expresión que por cierto no tiene traducción en ningún idioma conocido. Los ignorantes profundos incapaces de hacer una O con un canuto.

Los esclavos de la inercia, los que van por la vida con orejeras y a piñón fijo, los que han hecho de los bares y terrazas sus centros de encuentro y reunión y que ni las situaciones de emergencia sanitaria mundial les hará cambiar un ápice sus hábitos y mucho menos guardar la distancia de seguridad recomendada. Los insolidarios que no piensan más que en sí mismos sin tener en cuenta las consecuencias que su actitud puede causar en los demás.

Los que como Santo Tomás, que si no ven no creen, ya que no les ha tocado de cerca ningún caso, etc. etc. A todos ellos no será fácil cambiarles de opinión, pero a las personas responsables sí que les puede interesar los que opina un médico internista que ha vivido de cerca esta situación, experiencia que dada la procedencia y calidad de la misma comparto con Uds. a continuación y que dice así:

“La reanimación o ventilación para el Covid-19, no es sin más una máscara de oxígeno puesta en la boca, mientras usted disfruta acostado pensando en su vida. Es una ventilación invasiva, bajo anestesia general, y consiste en quedarse de 2 a 3 semanas sin moverse, muchas veces boca abajo (decúbito prono), con un tubo introducido hasta la tráquea que le permite respirar al paciente al ritmo de la máquina a la que está conectado. No podrá hablar ni comer, ni hacer nada de manera natural. Necesitará que le administren sedantes y analgésicos para asegurar la tolerancia del tubo así como para mitigar la molestia y el dolor que le produce el citado tubo.

Durante todo el tiempo que el paciente necesite la máquina para respirar, para seguir viviendo, está sometido a un coma artificial o inducido y como consecuencia de ese tratamiento, en 20 días, en un paciente joven, la pérdida de la masa muscular es de un 40 % y la reeducación posterior durará entre 6 a 12 meses, con el agravante de que como consecuencia de la aplicación del tubo tendrá traumatismos asociados de la boca o de las cuerdas vocales. Todo ese duro tratamiento hay muchas personas ancianas o simplemente frágiles que no lo aguantan y mueren en pleno proceso”.

Hasta aquí la transcripción de un especialista médico, a partir de la cual, si les faltaban conocimientos para “justificar” su comportamiento, pues ahí tienen la descripción pormenorizada de a lo que se exponen Uds. mismos y a los que les rodean con su actuación insolidaria, irreflexiva, temeraria y hasta si me lo permiten –que ya sé que no–, canallesca.

NOTA.

Esta experiencia no narra las graves consecuencias que dejan como rastro imperecedero en los pacientes superviviente los tratamientos citados, que son varias, pero eso sería objeto de otra aportación.

Rafael Hidalgo