Una de monumentos

Los periódicos de este
fin de semana nos han hablado de
las chimeneas de la térmica
de Santurtzi, del último Alto
Horno en pie en Sestao, de la
Basílica de la
Purísima Concepción
de Elorrio y sus rincones
más secretos…
Monumentos históricos de
signo religioso como el de Elorrio, o
de un pasado industrial reciente
como los de Sestao y Santurtzi, se
suman en la lista de nuestro
patrimonio arquitectónico a
otros de signo laico, como
podrían ser el conjunto
histórico de Laguardia en la
Rioja Alavesa, o
¿cómo no? el
estandarte de nuestra modernidad,
la “Iberdrola Tower” de Bilbao.
Todo un símbolo de un
país punta de lanza de la
industria y la tecnología en
la península y en Europa.

Están desmontando las
chimeneas de la térmica de
Santurtzi, y esa es una buena
noticia. Están restaurando
como museo de la siderurgia
vizcaína el Alto Horno de
Sestao, para abrirlo a las visitas
del público. En Bilbao, la
“Iberdrola Tower” está
abierta a visitas guiadas, que
pueden pasear sin prisas por las
galerías de la planta 24 y
contemplar desde allí a sus
pies el Bilbao relimpio y reluciente
de luminosos tejados rojos, la
ría que baja en busca del
mar, el Serantes, el Pagasarri, las
crestas del Duranguesado
allá lejos… y escuchar las
explicaciones y elogios que hacen
a la obra “a dúo”, el alcalde
Azkuna y Sánchez
Galán, el presidente de
Iberdrola, en un video que ofrecen
al visitante.

Se va, en trocitos de chatarra,
algo de la vieja industria
vizcaína que ya no sirve en
esta edad de la informática,
y que afeaba el paisaje
bucólico que
necesitábamos para
nuestro “slogan” favorito de
“Euskadi, saboréala”. Ya no
quedan apenas restos de la
térmica de Santurtzi, y en
un mes habrán sido
borrados del mapa los que
quedan. Y aquella ría negra
de carbón y de montoneras
de hierro oxidado, aquella ribera
erizada de grúas y barcos
en construcción, ha dado
paso a unos amplios y verdes
paseos por donde se llega a un
Puente de la Salve recién
pintado, incorporado como un
elemento decorativo más a
la perla de Bilbao, el museo
Guggenheim.

Se fueron los malos humos,
las fachadas ennegrecidas por el
hollín, las lluvias en que el
cielo llovía sobre la ciudad
barro y agua negra… Bilbao, rosa
del rosal de Bizkaia, antaño
paradigma de la suciedad y el
desorden urbanístico, es
hoy una ciudad coqueta, un
emporio de bancos, comercios
elegantes, teatros y salas de
música, casinos, calles
peatonales… 

El caso es que estamos de
suerte con haber hecho todo ese
cambio de imagen antes de este
horripilante despertar de la crisis
que ahoga a Gobiernos,
Comunidades autónomas y
Ayuntamientos… El caso es que
dicen que nos vamos a ver mal
para pagar todas las facturas
pendientes de este derroche de
modernidad y belleza que nos
hemos regalado. Pero, como dicen
los graciosos: “!que nos quiten lo
bailao!”.

 De todos modos,
llegamos tarde para ocuparnos de
otros “monumentos” de la
geografía de nuestro
país. Algún visitante
de la “Iberdrola Tower”
preguntó a las azafatas
vestidas de verde ecológico
que le guiaban por el rascacielos
que si está prevista una
visita parecida a Santa
María de Garoña: “Me
apetecería tomar una
ración de neutrones un
día de estos”,
añadió el visitante. Y
la azafata sonrió
levemente, con una sonrisa
políticamente correcta.

Una pena, la
observación de este
visitante llega tarde. Al parecer, los
responsables de la Central nuclear
de Garoña piensan
más bien en prolongar su
funcionamiento unos cuantos
años más, de
propina.

De paso, uno se acuerda del
cadáver
arquitectónico que hace
guardia en los aledaños del
Cabo Matxitxako, en el entorno de
Lemoiz.

Decididamente, tenemos
monumentos para la
celebración y el orgullo, y
aún nos queda alguno que
procuramos esconder a los ojos de
nuestros visitantes. 

Honorio Cadarso es periodista