Malos vientos en Alemania

En 1976 nace Gamesa, acrónimo de Grupo Auxiliar Metalúrgico S.A., por iniciativa de dos jóvenes ingenieros vascos. En el 2000, la compañía se estrena en Bolsa y sus acciones incrementan su valor un 72%. Cuatro años más tarde dan un vuelco a su actividad y entran en el negocio de los aerogeneradores para la obtención de energía eléctrica e instalan en una primera fase en el monte El Perdón (situado entre Zizur Mayor y Puente la Reina, en Navarra) 5 aerogeneradores de 500 KW a los que acompañan 2 años después otras 34 turbinas, con lo que el parque alcanzó una potencia instalada de 20.000 KW.

Fue esa la primera instalación de ese tipo que se hizo en Navarra, y en España constituyó toda una referencia para el sector. Un año después iniciaron la producción de turbinas que serían a partir de entonces su actividad principal constituyéndose así en uno de los líderes mundiales en aerogeneradores. Y estamos hablando del año 2007, de modo que Gamesa, para cuando llegaron a unirse con Siemens, llevaba ya bregando fabricando turbinas 10 años.

Y es a partir de esa fusión entre ambas sociedades en el 2017 cuando empieza el via crucis para la sociedad recién alumbrada que, solo en el presente año, está presentando una cuenta de resultados que arrojan unas pérdidas de 3.632 millones de euros en los 9 primeros meses; y esperan elevarlas en el año hasta 4.500 millones. Menos mal que para el próximo año mejorarán las expectativas ya que –de momento– solo esperan perder 2.000 millones de euros.

Cuando una empresa asume el mando en una fusión por ser mayoritaria, lo primero que hace es barrer de la cúpula directiva a los antiguos dirigentes. En esta ocasión la ley no escrita se ha cumplido, ya que al director general y el director financiero de Gamesa les dieron puerta, siendo sustituidos por ejecutivos de Siemens.

Vistos los cambios que se han venido efectuando en el tiempo transcurrido desde la fusión, 3 presidentes, tres, y cuatro directores generales, cuatro (CEOs que se dice ahora llevado de la moda anglosajona) alemanes claro está todos ellos, han sido puestos al frente del negocio y, lo que son las cosas, han venido a demostrar que pese a ser ‘patas negras’ alemanas no han sido precisamente el rayo de la guerra.

Los sucesivos ceses de tanto ejecutivo alemán han tenido como base la concatenación de fiascos como el fracaso de su modelo de aerogenerador 5X que ha dado –y sigue– multitud de problemas, tales como averías importantes y rendimientos que no cumplían los valores pactados en los contratos e incumplimientos de los plazos de entrega. Si a eso se añade que los contratos que fueron firmados bajo el mandato de estos preclaros cerebros alemanes (que por algo los cambiaban con la frecuencia con la que se cambia de camisa) no recogían revisiones de precio por la evolución de los mismos en una situación inflacionista de la economía mundial, pues tendremos la explicación a la tormenta perfecta que ha dado como resultado las pérdidas mucho-millonarias.

Pero a la hora de explicar este monumental fracaso, el brazo de Siemens es largo ya que para salvar su maltrecha gestión en este asunto pone mucho cuidado –y abundante dinero– en tapar hasta donde puede su responsabilidad en ese fiasco. Y así, cuando sale a la palestra algún comentario o artículo que pretende aclarar los términos del mismo aparece solo el nombre de Gamesa, lo cual no deja de ser una burda maniobra dado que la empresa propietaria del negocio es Siemens Gamesa y no Gamesa.

Así que menos lobos, genios alemanes, y aprovechando que estamos aquí, no parece que estén viviendo sus mejores momentos con los acontecimientos que están ocurriendo en la gigante Bayer con pérdidas que este año rondarán los 5.000 millones de euros y su presencia en los juzgados por irregularidades cometidas. Y sin olvidar a Volkswagen que le empiezan a temblar las piernas como consecuencia del aliento que siente en su cogote procedente de China, que si vale el juego de palabras, se está convirtiendo en una china para el zapato de su negocio.

Rafael Hidalgo