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Ezkurdi, la plaza que rompió moldes en la arquitectura vasca

Fotos: Archivo Municipal e Histórico de Durango.

Van a cumplirse 50 años de una de las obras arquitectónicas más singulares de Durango. La plaza de Ezkurdi. Un espacio de tránsito y encuentro que ha pasado de la gloria de recibir encendidos elogios por situarse a la vanguardia de la época a una incomprensión contenida.

Un ejemplo de esta última afirmación es que su movilidad espacial es vista, a día de hoy, como una acusada barrera arquitectónica que impide a txikis y mayores disfrutar de este entorno. Ni siquiera el estanque con patos y los canales por los que corría el agua en circuito cerrado —dos de los elementos más llamativos de la construcción— conservan la estética con la que fueron concebidos.

En aras de una mayor limpieza y salubridad, el Ayuntamiento dedicó 220.000 euros en 2009 a acometer una pequeña reforma. Rellenó los canales con piedra de canto rodado y el estanque se convirtió “en un jardín de estilo japonés”, según recoge la hemeroteca.

Sin embargo, cinco décadas atrás, el impacto de Ezkurdi traspasó barreras geográficas. La plaza puso a Durango en el foco mediático y sus responsables, Juan Daniel Fullaondo Errazu y Fernando Olabarria Delclaux, recibieron el Premio Pedro de Asúa del colegio de arquitectos vasco-navarro por romper “los moldes de figuración acostumbrados”.

En aquel momento se ponderó sin ambages que su diseño se acercara más al concepto de parque que al de la tradicional plaza popular. “En esta pequeña y problemática obra, la remodelación de una plaza, entorno ciudadano y de convivencia para una de las villas más importantes de Vizcaya, hemos intentado actuar reconsiderando ampliamente los habituales horizontes de objetivos con que generalmente son acometidos este tipo de planteamientos”, reconocían Fullaondo y Olabarria en el proyecto que presentaron al Ayuntamiento.

“Para la plaza duranguesa de Ezkurdi —continuaban— hemos intentado trascender de alguna forma la afónica degeneración actual de las viejas plazas del País Vasco en sus tipologías mayormente acostumbradas (jardín romántico, plaza de armas, plaza de mercado, coberturas porticadas) y casi siempre planteadas a través de melancólicas e inertes ambientaciones”, destacaban poniendo como ejemplos el jardín naturalista Alderdi Eder de Donostia y el Parque de Doña Casilda, en Bilbao.

La escultura de Chillida

Los arquitectos apostaron por abandonar el plano horizontal unitario para resaltar los niveles en un espacio laberíntico que buscaba entrelazar senderos, césped y pequeñas corrientes de agua en torno al gran estanque central. “Se puede decir que este recinto ha sido imaginado por nosotros a un nivel de tensión urbana, cavilando en la resolución de una serie de funciones del pulso más desenvuelto de la vida de una ciudad: el baile, el descanso, el paseo, la música, los juegos infantiles…”, escribió Fullaondo.

Es más, el arquitecto desvelaba en esa misma noticia que planeaban construir un anfiteatro en una segunda fase que nunca se ejecutó. Como tampoco se instaló la escultura que se anunció a bombo y platillo en el periódico ‘Informaciones’.

El reportaje destacaba la contribución de Fullaondo y Olabarria a la arquitectura y añadía que el proyecto iba a gozar de una “aportación extraordinaria”, ya que, por primera vez, se iba a poner “una obra del gran escultor donostiarra a la atención pública”. Sin rastro de Chillida, el conjunto se concibió con alusiones a la Edad del Hierro con una reproducción del Ídolo de Mikeldi, a la pelota vasca con una escultura del propio Fullaondo y el monumento dedicado a Fray Juan de Zumarraga.

Salas Municipales de Cultura

Tampoco aparecían en el proyecto inicial, pero dos días antes de la inauguración de la plaza en julio de 1970, abrieron sus puertas al público las Salas Municipales de Cultura. Un artículo del historiador del arte Mikel Onandia en la revista ‘Astola’, y titulado ‘De Ezkurdi a Etxezarreta’, destaca que durante los años 70 y 80 del pasado siglo, Durango se convirtió en referente de la producción artística de vanguardia en el País Vasco.

Tanto es así que, bajo la dirección de Leopoldo Zugaza, estas salas acogieron durante los siguientes 25 años un importante número de exposiciones de los principales representantes de la Escuela Vasca como Basterretxea, Chillida, Balerdi, Sistiaga o Zumeta. También mostraron su obra en Durango jóvenes creadores de la época como Marta Cárdenas, Goenaga, Morquillas, Nagel o Alfonso Gortázar.

La proyección que obtuvo la plaza de Ezkurdi fue tan del agrado de la Diputación de Bizkaia que felicitó “expresiva y sinceramente” al alcalde, Francisco Amorrortu, y el Ayuntamiento “por el esfuerzo realizado para su transformación”.

En el mismo documento deseaban que el éxito “sirviera de estímulo a otras Corporaciones” y anunciaban su apoyo con “la reproducción exacta, en todas sus características y en piedra de análoga calidad, del monumento denominado ‘Mikeldi’, que constituirá valioso ornato en una plaza pública de trazado tan bello y de tantos aciertos arquitectónicos, funcionales, urbanísticos y monumentales”.

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10 Comentarios

  1. Victor

    Yo vivo en Ezkurdi y me encanta, me parece precioso el sitio y las vistas. No lo cambiaria por nada y lo siento si no os gusta. Seguramente no hay un sitio más bonito en Durango donde vivir. Saludos a todos.

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  2. María

    Bien fea es y super mal aprovechada. Todo escaleras que para pasar con un carro de niño tienes que dar la vuelta al mundo.

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  3. it

    Parque que con el paso del tiempo y las nuevas “remodelaciones’ se ha convertido en una cagada insólita en la mitad del pueblo.

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  4. Pues yo...

    Qué montón de bilis y resentimiento en los comentarios, no lo entiendo.

    Pues yo estoy muy orgulloso de nuestro Ezkurdi, y creo que este reportaje le hace justicia. Es una pena que los chavales de hoy no puedan verlo en su esplendor, con los canales de agua en funcionamiento, los patos, etc.

    Por cierto: La parte de arriba (el “palomar”, entre la estatua y los columpios) siempre me ha parecido desaprovechada. Debería equiparte con algún juego, mesas, sillas, quizás una pequeña pérgola o un kiosko tipo chocolatería, algo. Es un entorno precioso y mirador privilegiado totalmente infrautilizado.

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  5. Servicios públicos de calidad

    “Ezkurdi”. El parque de la droga en los ochenta. Había más yonquis por metro cuadrado que en el Gran Bilbao. Y se regoceaban de gran parque. Ja ja ja, lo típico del pnv. Contrastaba la realidad con la imaginación de una obra maestra. Ah! Se me olvidaba. Los mosaicos de mármol del suelo, son trozos de lápidas desechadas en el cementerio. Cementerio de cemento que a día de hoy nos entierra por falta de ética política. Todo para el pueblo pero sin el pueblo.

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  6. Alejandro

    La actual plaza es un auténtico despropósito. Lo que fue el centro neurálgico de Durango. Los chavales jugábamos allí, los mayores paseaban y estaban los cafés. Allí se ponían las barracas en fiestas. Mejor para los barraqueros y para los chavales y padres que no necesitaban hacer un excursión para llegar a las barracas como ahora. Que haga una consulta al pueblo el Ayuntamiento y veréis como sale que lo mejor es meter la escarbadora y alisar todo.

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  7. Etx

    Mucha de la arquitectura de los 70’s es horrorosa y ha envejecido muy mal. Ezkurdi es un ejemplo.

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    1. antuan

      Y tanto. Hay cosas (nunca mejor dicho) edificadas en esa época. Por otra parte, yo no sé quién es el “genio” que hace los parques en Durango, pero es un paquete del copón. Tienen casi más cemento que verde.

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  8. Mugarrakomari

    Y más por haber colocado a ese santurrón genocida en pleno centro.

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  9. durangar bat

    Bonito reportaje pero el parque me parece feo donde los haya

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