Y entonces qué, ¿el tren funciona?

En marzo del año 2005 el lehendakari Ibarretxe puso en acto oficial la primera piedra del soterramiento del tren, presentando un proyecto denominado ‘Operación Durango’ que, en líneas generales, anticipaba una inversión de 160 millones de euros destinados a duplicar el trazado ferroviario desde Amorebieta hasta Lebario en Abadiano, soterrando el mismo desde Iurreta hasta Traña. También contemplaba el traslado de los talleres de EuskoTren desde el centro de Durango a unas nuevas instalaciones en Lebario y la ampliación del servicio de trenes aumentando las frecuencias de dos a tres trenes a la hora.

En diciembre de 2012, con el desdoblamiento y el soterramiento concluidos, los trenes comenzaron a circular por el subsuelo. Posteriormente, con el traslado de los talleres a Lebario en 2014, finalizó lo que podríamos denominar la parte ferroviaria del proyecto y en la superficie de Durango, con la desaparición de la circulación de trenes y el vaciado de toda el área ocupada por vías y talleres, nos olvidamos del servicio ferroviario para instalarnos en un debate urbanístico que nos lleva ocupando ya demasiado tiempo.

Que el debate urbanístico tiene su interés es evidente. Pero esta vez quiero centrarme en un debate, el del servicio ferroviario, que es inexistente y que humildemente opino no podemos soslayar.

Con un presupuesto de 160 millones y un gasto final que se calcula en más de 270 millones de dinero público destinados a mejorar la infraestructura para poder ofrecer un mejor servicio público, hoy (12 años después de “bajar” los trenes al subsuelo), no podemos continuar con unas frecuencias en el servicio de trenes del siglo pasado. Hoy, 19 años después de que el lehendakari Ibarretxe prometiera la ampliación de las frecuencias, estas siguen siendo las mismas.

Estamos inmersos en la batalla electoral por la Lehendakaritza y los programas electorales de todos los partidos políticos llevan su epígrafe destinado al transporte público, la movilidad sostenible y todas las generalidades más o menos ocurrentes relacionadas con el tema. Pero aquí no hace falta que nos cuenten generalidades. Aquí hay que ir al grano porque no hay que gastar en nuevas infraestructuras. Ya están hechas aunque no disfrutamos más que de la mitad del servicio del que disfrutan todos los municipios desde Bilbao hasta Amorebieta. Ya son demasiados años de retraso en cumplir con aquella promesa de la mejora de las frecuencia y quien quiera ser lehendakari tiene que implicarse con el tema y no para prometer, sino para cumplir.

“No podemos continuar con unas frecuencias en el servicio de trenes del siglo pasado. Hoy, 19 años después de que el lehendakari Ibarretxe prometiera la ampliación de las frecuencias, estas siguen siendo las mismas”

En definitiva, si la inversión en infraestructuras ferroviarias no va acompañada de la mejora y ampliación del servicio, ¿a qué estamos jugando?

Si quienes nos gobiernan y quienes nos pretenden gobernar, tanto unos como otros, no dan respuesta a este despropósito, ¿cómo esperan que les creamos ante asuntos más generales o no tan evidentes?

Si nosotros mismos, los vecinos y vecinas de Durango, Abadiano, Amorebieta, Iurreta y Berriz, no somos capaces de entender el beneficio que la mejora del transporte ferroviario supone para nuestra movilidad interna y externa, quizá nos merezcamos que en campaña nos vengan a contar milongas. Y que después después nos vuelvan a marear el tema del urbanismo, como si no hubiera un mañana.

Bueno, si a alguien le interesa, queda abierto el debate. Quien quiera, que tome la palabra.

Alberto Uriguen