Va de Copas

A la segunda va la vencida.
Pocas almas en el Territorio
Histórico de Bizkaia
pensarán hoy lo contrario.
Se palpa en las calles, en las
fachadas de las casas, en los
atuendos que visten mayores y
niños, y en casi todas las
conversaciones que el Athletic
juega otra final. La segunda en
unos pocos días,
después de más de
treinta años de una
resignada travesía por el
desierto, amenizada, eso
sí, por el más
cercano en el tiempobespejismo de
Valencia.

Dejemos atrás las
penurias de Bucarest, y
quedémonos con la
ilusión previa a aquel
fatídico minuto 7 en el que
un ariete de postín
firmó el inicio del fin. Pues,
pese a quien le pese, y fastidie a
quien fastidie, es más
necesaria que nunca y seguro que
no va a faltar, por mucho que la
alcaldesa de Madrid ponga chinitas
y chinchetas en el camino.

Se dice, se comenta, que tal
vez un par de cientos de miles, o
más, de aficionados
rojiblancos tomen las calles de la
capital del reino. Y eso parece
escocer y molestar, porque aunque
provengamos de un
pequeño reducto del norte
de la península
ibérica, parece que
siempre, vayamos donde vayamos,
somos más. Que lo digan,
si no, los valencianos, que
alucinaron con el entusiasmo y
desprendimiento de que la
hinchada de San Mamés
hizo gala en la penúltima
final a la que accedieron los leones
de “La Catedral”.

Que nada, y menos
aún un resultado adverso,
ni nadie, estropee a Bizkaia la gran
fiesta que, con total certeza, se
vivirá dentro de unas pocas
horas. Tampoco debe
empañarla esa inoportuna e
insidiosa manifestación de
corte ultraderechista que,
asombrosamente, las autoridades
que ostentan competencias en la
materia, han terminado por
autorizar en la previa del partido
de final de copa.

Que la fiesta del fútbol
no se detenga, como han
pretendido algunos responsables,
o irresponsables políticos
de postín, por unos pitos.
Que tampoco la
denominación del trofeo en
lid nos suponga un estigma o nos
produzca quebraderos de cabeza.
Se trata de jugar al fútbol,
de hacerlo bien, con la impronta
que el loco rosarino ha inculcado
en un grupo de chavales cuya
bisoñez les jugó una
mala pasada en la lejana
Rumanía. Han demostrado
que saben, y pueden
hacerlo. 

De hecho, yo firmaría
por volver a presenciar un partido
hermoso y épico como el
que jugaron esta temporada en
San Mamés, Athletic y
Barça, en la Liga. Pero,
puestos a pedir, casi mejor que
acabe un par de minutos antes que
aquél, no vaya a ser que a
Messi (¡¡¡vaya
futbolista!!!) le dé por
marcar un gol en el minuto 93.
   

Jon Andoni Bengoetxea es abogado y presidente de la Cultural de Durango