Un garbanzo negro de pelo rubio

Consolémonos. En todas partes cuecen habas. Los ricos también lloran. Los garbanzos negros pueden tener el pelo rubio. Al rey de España le ha salido un grano en… la familia.

Lo de Urdangarín es lo que nos faltaba para cerrar este ‘anuus horribilis’. No sólo por el escándalo de los millones que presuntamente se ha embolsado a cuenta de las arcas públicas, sino por el desvergonzado trato de favor que está recibiendo de la Justicia. Tan incomprensible como el que culminó en el reciente indulto del consejero delegado del Banco de Santander, Alfredo Sáenz, mientras el preso común más antiguo del Estado, Miguel Montes Neiro, con 61 años y enfermo, espera sentado esta medida de gracia después de haber cumplido más de 35 años de cárcel sin cometer delitos de sangre.

La Casa Real ha hablado por fin después del inexplicable silencio mantenido tras la imputación del socio de Urdangarin y dos ex altos cargos del Gobierno valenciano por los turbios negocios del instituto “sin ánimo de lucro” que presidía el yernísimo. Parece que el elemento catalizador ha sido el despropósito protagonizado por la reina Sofía de posar sonriente en Washington con unos Duques de Palma aparentemente felices y sin problemas para la última portada de ‘Hola’.

Y el rey Juan Carlos anuncia ahora que va a publicar las cuentas de su familia en Internet y que quiere que el proceso judicial se acelere y que sea lo que tenga que ser. Pero sólo excluye a Urdangarin de los actos oficiales. En fin, gestos de cara a la galería.

Confieso, aunque suene irracional, que una de las cosas que más me fastidia de todo este asunto, que son muchas, es que Urdangarín sea vasco, aunque no ejerza de tal. Porque en mi imaginario el vasco/la vasca es modelo de integridad, sobriedad y laboriosidad. Y me duele especialmente que este “mal ejemplo”, como dice su suegro, reluzca precisamente en estos tiempos de esfuerzo, aprietos y tragedias vitales para tantas personas.

Pero me alegra que se vuelva a poner de manifiesto que las apariencias engañan y que el yerno ejemplar era en realidad un ‘troyano‘ disfrazado de querubín, mientras que el disoluto Marichalar no hizo ningún negocio a costa de la real familia, según relataba un reportaje reciente, y parece que anda a verlas venir, una vez que ha sido desprovisto de todos los privilegios de que gozaba.

Y, sobre todo, lo que me intriga es lo que dirá este año el rey en su discurso navideño. A buen seguro, su plúmbea oratoria se verá salpicada por alguna que otra lagrimilla de compunción. Y es que ultimamente este gesto está de moda.

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia