Trump y sus cosas (2)

Quizá sea porque el mundo –por lo menos en el Occidente del mismo– se está moviendo con fruición hacia las sensaciones básicas por mor de que no es preciso razonarlas, el culto al dinero de forma tal que a más de él mayor adoración se profesa a sus poseedores, la desinformación programada en forma de lanzamientos de bulos perfectamente calculados… hace posible que personajes como el próximo presidente del país más poderoso del planeta llegue a la cúspide del poder político del mismo.

Solo de un personaje zafio, cutre, inculto hasta decir basta y macarra, se puede esperar las cosas que dice y hace. Por ejemplo, la de nombrar para dirigir el Departamento de Salud de su gobierno a una persona que por mucho pedigrí que tenga por proceder de la familia del ex presidente John F. Kennedy, resulta que es un declarado anti vacunas. ¿Se puede concebir un mayor dislate?

Pues sí, como nombrar a un negacionista climático para dirigir la Agencia de Protección Ambiental, pero parece que esos nombramientos le han dado impulso para sacar de los libros de texto el cambio climático, el colocar a personas sin formación en puestos científicos de responsabilidad, el tergiversar los hechos científicos en un intento de destruir el tejido científico del país como lo hizo en su primer mandato…

En este mundo donde lo primario, la sensación y emoción básica, la reacción visceral, el miedo irracional, la desinformación calculada y el poder vestido de becerro de oro armado van tomando posiciones cada vez más amplias, parece que a la monarquía patria no se le escapa el potencial de una aparente buena imagen: espontáneamente, el rey consuela al pueblo dolorido, sin avisar a nadie y por su cuenta, ¡viva el rey, fuera los políticos! La antipolítica no pasa una, sus ejecutores tampoco, del rey para abajo.

Pero lo que no hay que negar a este hombre (a Trump) es una imaginación desbordante pero de un tenor tal que a este lado del charco no vacilaríamos en aplicarle el conocido “nada hay más peligroso que un tonto con ideas”. Y lo curioso es que ese producto, ese perfil que muestra como político le va, pero que muy bien, para hacerse con el poder por segunda vez y en esta ocasión ya conocían los votantes que le han aupado al trono como se las gastaba el lacado rubio platino de bote.

Por otra parte resulta que ahí no acaban sus dislates y como en el circo en el que se mueve como pez en el agua va y dice que quiere hacerse con el control de Groenlandia, no se olvida de Panamá donde también quiere sentar sus reales, habla de una invasión “blanda” de México y para rematar no se olvida de que quiere anexionar a Canadá.

¿Es o no es un peligro para la humanidad este personaje de pacotilla?

Rafael Hidalgo