Otro revuelo más

En esta tierra de gentes y costumbres recias, parece que no acabamos de ver la importancia de ese elemento tan vaporoso que es la producción cultural como fuente, no sólo de progreso humano, sino también de crecimiento económico. No se entiende de otro modo el revuelo que se ha montado con la intención de la Diputación vizcaína de promover un segundo Guggenheim en Urdaibai.

Que si el coste económico en este momento crítico, que si vaya usted a saber si será rentable, que si la protección del medio ambiente, que si la institución promotora y el partido que la gobierna quiere ponerse todas las medallas… En el fondo, todo apunta a que el problema radica en esto último.Y es que también tienen mucho arraigo entre nosotros las peleas institucionales y las rivalidades territoriales, en especial cuando los gobiernos son multicolores, aunque incluso las hemos padecido con un mismo partido. Será porque el carácter desafiante y banderizo forma parte de nuestra idiosincrasia. ¡Qué se le va a hacer!

Los periódicos han avanzado datos económicos, basados en estudios previos. Por ejemplo: su construcción movería unos 384 millones de euros y crearía más de 3.500 empleos. Una vez inaugurado ???se quiere que sea para 2013 ó 2014-, con su funcionamiento ordinario aportaría 85,7 millones y 926 puestos de trabajo. Sean o no atinados estos datos ???después de todo, se trata de previsiones-, con este proyecto no nos movemos a ciegas: el Guggenheim de Bilbao atrae a alrededor de un millón de turistas al año. Pero, lo que es más importante, ha puesto de relieve el potencial de las industrias culturales y turísticas para impulsar nuestra economía. Actividades que, además, pueden ser altamente productivas porque, se podrán deslocalizar factorías para fabricar bienes en otros países a precios más competitivos, pero la patente de las maravillas paisajísticas, gastronómicas y culturales… de Bizkaia la tenemos nosotros. En exclusiva. Eso no lo pueden copiar… ¡ni los chinos!

Creo que podemos confiar en que nuestras instituciones son hoy lo bastante maduras como para acertar a compaginar la protección de un espacio tan sensible como el Urdaibai con el desarrollo económico de la zona. Los propios alcaldes de la comarca, a quienes se les supone más implicados que nadie en la conservación de la reserva natural, han recibido con los brazos abiertos esta iniciativa, que les devolvería parte de la riqueza perdida por el declive industrial y pesquero. No es para menos. Si la idea prospera, es muy probable que tendrán una fuente de ingresos limpia y capaz de irradiar riqueza hacia extensiones muy amplias. Muchas comarcas quisieran para sí un tractor semejante. A ver quién es capaz de decir con la mano en el corazón que un segundo Guggenheim es una mala idea.

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia