Musulmanas en la política

Frente al monolitismo del nacionalcatolicismo que heredamos de la dictadura franquista, tras el reconocimiento de los derechos ciudadanos de las mujeres musulmanas, un puñado de ellas se han ganado a pulso los votos de muchos ciudadanos que las han aupado a las Cortes españolas, a los Parlamentos autonómicos, a los Ayuntamientos y a cargos directivos en los partidos políticos.

Entre nosotros, Nagua Alba, en su nacimiento Nayua Miriam Goveli Alba, ostenta el cargo y responsabilidad de diputada y secretaria general de Podemos-Ahal Dugu de Euskadi. Antes que ella, Melilla ha tenido en las Cortes a la diputada Salima Andeslan Aisa, y Ceuta a Fatima Ahmed Hossein, las dos primeras mujeres que han lucido en los escaños del Congreso su indumentaria árabe, el hijab.

Elegida por el partido Guanyem per Badalona en Comú, la marroquí Fatima Taleb ocupa una concejalía de esta ciudad catalana, y su voto ha contribuído a arrebatar la alcaldía a Xabier García Albiol, del PP.

Eibar cuenta con una asociación de mujeres musulmanas muy activa, en Durango surge otro grupo semejante y se intenta lanzar un tercer grupo dentro de nuestra comarca en Amorebieta-Etxano.

Como suele ocurrir, no todos los ciudadanos ven con buenos ojos esta presencia de mujeres musulmanas en la vida política del Estado o de Euskadi. De vez en cuando, los medios informativos nos cuentan que asociaciones de vecinos se oponen a la apertura de mezquitas en este o aquel barrio, en este o aquel municipio.

Pero la Carta de Derechos Humanos nos obliga por igual a todos. Y por otra parte, esta visibilidad de las mujeres musulmanas nos obliga a revisar viejas ideas o prejuicios sobre la sumisión de la mujer musulmana al hombre.

Comunista hasta la médula, poeta insigne de las letras francesas, Louis Aragón proclama en un verso que “la mujer es el porvenir del hombre”. Mejor diríamos de la humanidad entera.

Honorio Cadarso es periodista