Cuidado con la burundanga

Informaciones periodísticas
solventes han confirmado lo que
hasta ahora parecía ser una
leyenda urbana: que la utilización
de la escopolamina
(también conocida como
burundanga) para cometer actos
delictivos es un hecho.

Para quien
no haya oído hablar de esta
sustancia, advertir de que es fácil
de conseguir, hace efecto en pocos
minutos y anula la voluntad y la
memoria de quien la inhala o
ingiere. La Policía madrileña ha
recogido testimonios de personas
que han sufrido robos o violaciones
por este procedimiento. Los hechos
no han podido esclarecerse porque
las víctimas no recuerdan nada de
lo ocurrido.

Parece que
el peligro acecha en los bares de
copas y concurridas discotecas
nocturnas de las capitales, donde a
los maleantes les resulta más fácil
pasar desapercibidos. Pero
tampoco se libran de su acción
tranquilos viandantes a quienes
???despistados??? extranjeros muestran
mapas del pueblo o ciudad
impregnados de la famosa droga.
A continuación son amablemente
acompañados al cajero automático
más próximo donde son invitados
a ???prestar??? a los asaltantes el
dinero que requieran. También se
han conocido casos de robos a
clientes de prostíbulos y en
domicilios particulares.

No
es cuestión de caer ahora en
paranoias. Ni de pensar en el
retorno del ???Sacamantecas???. De
momento los casos son contados a
nuestro alrededor. Pero es mejor
estar informados y prestar atención
porque junto con los viejos timos
de siempre, en los que todavía hay
personas que caen
inexplicablemente, conviven
siempre originales procedimientos
con éste.

Que
no son nuevos. Porque en la
composición de esta droga figuran
la mandrágora y el beleño, plantas
con efecto sedante utilizadas para
hechizos desde tiempos
inmemoriales. Su uso se conoce
desde tan antiguo que hasta la
Biblia los menciona. En épocas
menos remotas el beleño se
utilizaba con fines más
benefactores, como mitigar el dolor
o aliviar los tormentos de los
sentenciados a tortura y muerte.

Estas noticias han traído a
mi mente historias infantiles de
magos y brujas. Hasta ahora creía
que este tipo de estratagemas se
quedaban en el terreno de la
novela. Pero una vez más
constato que la realidad siempre
supera a la ficción. Y también me
he enterado, por cierto, de que la
mayoría de las
brujas no eran malas
mujeres sino sabias a quienes
quisieron cortar las alas. Y es que
¿por no hay ni ha habido ni habrá
cazas de magos y sí de brujas?

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia