Caza de brujas en Euskal Herria

Si Peio Urizar (EA) u Óscar Matute (Alternatiba) fueran futboleros, saldrían a la sala de prensa copiando la pericia comunicativa de Mourinho, entrenador del Real Madrid: “¿Por qué Dívar? ¿Por qué Lesmes? ¿Por qué Calderón? ¿Por qué Granados? ¿Por qué Enríquez? ¿Por qué Desdentado? ¿Por qué Mendoza? ¿Por qué Callagham? O sea, citarían los nombres de los nueve magistrados que declararon que Bildu no podrá presentarse a las elecciones.

Así listó Mourinho los árbitros que, según él, le habían perjudicado. Con ese gesto de enajenado, manteniendo el tono que roza el falsete en cada ¿por qué?, repartiendo los silencios, convirtiéndolos en más expresivos que muchas palabras. Así, saliéndose del guión, añadiendo acento extranjero y mucha arrogancia consigue ser el centro de atención.

Aunque la cosa política me parece bastante más seria, afecta a más personas y en casi todos los ámbitos que rodean a una persona. Sucede que los árbitros que deciden sobre lo que ocurre a nuestro alrededor, nacen y pacen en Madrid o al sur del Ebro. Deciden tras leerse los informes, las alegaciones, las alegaciones a las alegaciones, y las alegaciones de las alegaciones a las alegaciones. Y se decantan por creer a una parte o a otra, dan fe a unos u otros. Eso, o lo anterior es un mero paripé, porque hay alguien que sabe más que yo, decide de antemano y los folios de informes, alegaciones y contraalegaciones no sirve más que para envolverse los bocadillos de los funcionarios.

El caso es que el Tribunal Supremo tiene razón en su argumentación: en la formación de las listas de Bildu ha participado Batasuna. Además, para demostrarlo, el Supremo cita en su última sentencia las escuchas realizadas al alcalde de Elorrio y las transcribe. Lo hace citando con nombres y apellidos a personas que, pienso, hubieran preferido mantener el anonimato. Pero el problema de hoy nace años atrás, cuando la Ley de Partidos comienza a cercenar la democracia. Pusieron una línea “democrática” que han ido desplazando poco a poco, hasta ir sumando adeptos a los contrarios a la Ley de Partidos. Algo parecido sucedió con ETA, que fue desplazando el límite, la frontera de la lucha legítima y fue perdiendo adeptos. Hoy, la ley de partidos es una justicia a la carta de alguien que no conozco.

La Ley de Partidos llega a prohibir cuestiones como la creación de partidos políticos, el derecho a ser elegido en unas elecciones supuestamente democráticas, etc. Y lo hace ilegalizando a todo el entorno del entorno del entorno de Batasuna. De hecho, en el informe que se presentaron las pruebas pidiendo la ilegalización de la coalición, se llega hasta el extremo de pretender prohibir derechos a las personas que ostenten el siguiente curriculum: repartir propaganda de un partido concreto; firmar cierto documento de apoyo; acudir a un concierto de música; participar en una reunión del acuerdo de Gernika; ir al funeral de Josu Zabala en el 97; ser asesor de EA en el Parlamento Europeo; visitar a presos y presas; acudir al Gudari Eguna; responder en una encuesta telefónica tu intención de voto. Ya ven hasta donde se ha llevado la frontera de la “democracia”, y ya ven lo fácil que es ser cómplice, según los jueces, de ETA.

También se cometen errores graciosos, dentro de lo que cabe. Como el de dos abuelos a quienes se les ve sospechosos por haber participado en una marcha juvenil de montaña con 67 años, o por participar en una acampada juvenil con 60. Éste último, concejal de EA durante muchos años.

¿Por qué ser votante, simpatizante o militante de Batasuna es ilegal, aunque condenes el terrorismo? ¿Por qué sí en España y no en Francia? ¿Por qué no imputan a Matute y Urizar por reunirse con Batasuna (hecho éste probado por el Tribunal Supremo), habiendo imputado antes a Ibarretxe y Patxi López por lo mismo?

Cada persona tiene su interpretación sobre esta cuestión, y cada cuál tiene su peso y fuerza para poder influir en el futuro de este país. Yo me quedo con ésa interpretación que he escuchado hace pocas horas: “está claro que ETA prefiere los votos y no las bombas”. A este paso, ¿cómo queremos que alguien entre por la puerta de la política si le escondemos las llaves una y otra vez? Visto lo que ocurre en Madrid, parece que sólo queda una opción, y no es compartida por mucha gente: que ETA declare su disolución definitiva y renuncie a todo; todo es todo.

Sólo deseo que la caza de brujas no se extienda. O sea, no me gustaría que el pensamiento único y totalitario se instale entre nosotros. Me indignaría que la rabia de los represaliados los convierta en nuevos inquisidores, que buscan nuevas víctimas y nuevos culpables, porque les convertirá en tan culpables como sus inquisidores; y después habrá nuevos represaliados de nuevos inquisidores, que a su vez, estarán tentados a convertirse en otros inquisidores. Así, creamos mentes inquisidoras, opiniones totalitarias; instalamos el odio en nuestras mentes y corazones alimentando el rencor. Y la solución se aleja cada día.

Julen Orbegozo kazetaria da