“La dificultad de una carrera depende del interés”

¿Qué estudios superiores elegir? Los bachilleres se encuentran este curso con ese dilema. Para orientarles, ex alumnos de Jesuitak les cuentan cada año sus experiencias. “La dificultad de una carrera depende del interés”, recapituló el sociólogo Alex Gutiérrez, quien les aconsejó que estudien lo que les gusta.

Y les hizo el siguiente razonamiento: “Cinco años estudiando algo que no interesa es muy duro”. Como prueba les presentó su trayectoria, algo irregular en Bachiller, y que se encauzó después cuando entró en la universidad. “En toda la carrera no suspendí ninguna asignatura”. Tan bien le fue que incluso cursó dos, primero Asistencia Social y luego Sociología. Pero para llegar aquí pasó (de largo) por Telecomunicaciones y Sistemas Informáticos, que fue su primera opción. Les añadió otra razón para optar por aquello que les motive: la incertidumbre del futuro no invita a buscar soluciones prácticas. “No se sabe qué va a pasar de aquí a cinco o seis años”.

Gutiérrez, de 26 años, estuvo acompañado en una mesa redonda por otros seis ex alumnos de Jesuitak: Mikel Larrañaga, fisioterapeuta, de 25 años; Marina Maurtua, arquitecta, de la misma edad; Nuria Maurtua, licenciada en Administración de Empresas, de 23; la ingeniera informática Irati Villardón, de 24; David Frontaura, enfermero, de 21 años; y el maestro Kepa Alvarez, de 24 años.

Todos coincidieron en varios aspectos: decidieron qué estudios escoger a última hora y después de barajar varias opciones. Algunos, como Alex Gutiérrez, dieron algún rodeo antes de encontrar lo que les llenaba. Otros lo hicieron porque no les llegaba la nota para su primera opción. Tal es el caso de David Frontaura, que es enfermero y sigue empeñado en cursar Medicina. Kepa Alvarez, asimismo, optó por Magisterio, que no figuraba entre sus primeras opciones, y en cambio ahora se confiesa encantado. Actualmente está trabajando en Jesuitak precisamente.

“Hay que reciclarse”

Quienes estudiaron carreras técnicas, las más difíciles, en este caso las tres chicas, subrayaron que en este tipo de estudios “hay que llevar las materias muy al día”. Aunque, puntualizó Irati Villardón, “ahora con Bolonia será imposible dejarlo todo para el final”.

Todos dieron mucha importancia a las prácticas. “Cuando acabas, crees que no sabes aplicar lo que has estudiado, pero llevo varios meses trabajando, desde septiembre, y al final ves que sí que sabes”, explicó Marina Maurtua, que colabora en el estudio de arquitectura de sus padres. Una experiencia laboral aunque sea breve al final de la carrera añade valor a cualquier “curriculum”.

Así y todo, la competencia es salvaje en estos tiempos de crisis y la experiencia que se demanda en las empresas es de dos años para arriba, algo que una persona recién licenciada no está en condiciones de acreditar. De modo que hay que seguir estudiando. Este es otro punto en el que todos hicieron hincapié. “Todo evoluciona muy rápido y hay que reciclarse, cada año hay que aprender cosas nuevas”, apuntó Mikel Larrañaga.

La formación también es necesaria para poder tener opciones de trabajo en otros países. Irati, por ejemplo, que ya domina el inglés, está estudiando alemán y no descarta emigrar a Alemania si encuentra una ocupación allí.

Alguien que ya trabaja en aquello para lo que estudió, como Mikel Larrañaga, que tiene su propio centro de fisioterapia, les explicó la diferencia entre trabajar para otros o para sí. “Antes tenía un jefe y mi horario, ahora tengo que trabajar hasta los domingos y me llevo los problemas a casa”.

El trabajo, cuestión de “actitud”

Para Alex Gutiérrez, el trabajo, más que una cuestión de estudios, lo es “de actitud”. “El mercado de trabajo es la guerra, hay mucho desempleo y pocos puestos”. Para acceder a ellos hay que superar posibles discriminaciones “por ser mujer, por los enchufes o la falta de experiencia, así que es difícil”. Y lo único que puede contrarrestar las trabas es, en su opinión, la “voluntad de trabajar”. “Igual hay que servir un par de ‘Whoppers’ antes de ser el jefe”, les sugirió, salida que el auditorio premió con aplausos.

El sabe de esto porque, aunque trabaja, aún no ha encontrado acomodo en su profesión. No obstante, sigue “buscando” y “empeñándome”. “Tenéis que ser luchadores”, insistió a los alumnos que componían el auditorio porque “aunque el mercado está como está hay que mantener una actitud positiva y mirar hacia adelante”.

Los ex alumnos destacaron también la importancia de buscar en el voluntariado “una vía de escape” a la presión de los estudios, según lo entiende Irati Villardón, aunque Alex Gutiérrez lo ve más como “un forma de aprender un montón sobre la vida”. A juicio de este sociólogo, este tipo de servicio “empieza por lo más pequeño, ayudando al compañero o entrenando un equipo”, porque “de nada sirve ir a Darfur si al volver te vas a cambiar de acera cuando pasa un negro”, expuso crudamente. Los valores, recalcó, “son la acción de cada día”.

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