“El pueblo saharaui siempre nos da una lección de hospitalidad”

Mikel Del Arco (Durango, 1988) es el coordinador y el rostro visible de Río de Oro, una organización sin ánimo de lucro que nació en 2012 en apoyo al pueblo saharaui. En estos momentos, promueve cuatro proyectos: la caravana solidaria, Vacaciones en Paz, Gammar (que busca fortalecer la sororidad entre mujeres vascas y saharauis) y el campamento de acogida de Izurtza que este verano ha acogido a diez menores con diversidad funcional.

-Río de Oro comenzó como una ONG que impulsasteis tú y dos amigas hace poco más de una década, pero que ha crecido mucho en los últimos años.
-Empezó como algo pequeño, pero ahora mismo estamos gestionando unos cuantos proyectos y nos hemos profesionalizado.

-¿Cómo te involucraste en un programa como el del campamento para menores saharauis con diversidad funcional?
-Participé en un campamento de esas características en Italia, en 2010. Volví al año siguiente y ya, ahí, nos animamos a montar la organización. Había otros programas para menores saharauis, pero lo que queríamos era dar una oportunidad al colectivo de menores con diversidad funcional física, psíquica o sensorial para que ellos también pudieran salir de Tinduf.

-Este verano ha crecido el número de familias de Durangaldea que han participado en Vacaciones en Paz. Aun así, da la impresión de que ya no se habla tanto del Sáhara.
-Sí, el año pasado fueron 8 familias y esta vez han sido 11. Sobre el Sáhara, es un conflicto que, lamentablemente, está estancado, que no se resuelve en la práctica. De hecho, el posicionamiento de Pedro Sánchez a favor de Marruecos se ha visto allí como una traición. Se pensó que un gobierno más progresista sería bueno, había cierta esperanza, pero no ha sido así.

-Has viajado en innumerables ocasiones a los campamentos de Tinduf. Tiene que ser difícil mantener un contacto estrecho con los menores y ver sus condiciones de vida.
-Son situaciones muy duras, pero tratamos de mantener la mente fría para adoptar las decisiones más correctas en cada momento. Está claro que no somos de piedra y que nos afecta porque además allí todo se vive con mucha intensidad, pero el pueblo saharaui siempre nos acaba dando una lección de vida con su hospitalidad y abriéndonos sus casas cada vez que vamos.

Situación dramática

-En 2014 se vivió una situación dramática en el campamento que tenéis en Izurtza con Mohammed Yahya, un menor de 8 años al que hubo que practicarle tres operaciones de corazón en el Hospital de Cruces.
-Las revisiones pediátricas que solemos programar son muy importantes porque detectan problemas que si no se tratan pueden acarrear consecuencias graves, que fue lo que ocurrió. Él estuvo luchando entre la vida y la muerte porque hubo complicaciones, pero todo acabó saliendo bien. Le hacemos un seguimiento y siempre que vamos a los campamentos le visitamos. Está genial.

-En tu caso, eres también padre de acogida.
-Sí, de Aziz, con mi pareja. Estaba a punto de concluir su estancia aquí y se rompió el brazo, así que tuvo que quedarse unos cuantos días más. Lo llevamos a casa y hemos establecido una relación muy estrecha con él y con su familia.