Una huelga pequeñita

Esta que hoy nos ocupa es una huelga pequeñita, intermitente, hermana menor de la huelga grande que tuvo lugar el martes en la CAV y Navarra. Pero con el agravante de que dura ya desde el mes de noviembre de 2009, lleva ya más de cincuenta días de duración, y, aunque sus protagonistas son unas decenas de operarios, afecta a más de mil jubilados y muchos minusválidos, usuarios todos del Centro de Día Nafarroa de Amorebieta-Etxano.

Contrasta esta situación con el orden y la capacidad de organización que demuestran los jubilados, cuando organizan por su cuenta y dirigen por sí mismos todo un programa de actividades de ocio a lo largo del curso. A ellos todo les funciona bien. El sábado, 19 de junio, 270 de entre ellos se fueron de excursión a Lizarra-Estella; una vez más, los aitites demostraron sus capacidad de organización para llevar a cabo actividades de ocio y recreo por sí mismos. Al día siguiente, el Centro de Día Nafarroa funcionó bajo mínimos por culpa del paro convocado por sus empleados. Es la cara y la cruz de unos servicios sociales con sus luces y sus sombras.

Es justo sentirse orgulloso del equipamiento en locales y atenciones que desde el Gobierno Vasco, las diputaciones y los ayuntamientos se ofrecen a los jubilados y discapacitados físicos. Desde los pueblos más pequeños hasta las grandes ciudades, los centros de día ofrecen casi todos los servicios que pueden desear y necesitar los unos y los otros. Desde peluquería o pedicura, pasando por cursos de recuperación de la memoria, servicio de transporte hasta casa, comedor y mil detalles más.

Para hacer funcionar toda esta maquinaria  de servicios y cuidados, los centros están dotados de una plantilla de operarios  debidamente preparados; en el caso de Amorebieta-Etxano, la gestión del centro está encomendada a una empresa contratada por el Ayuntamiento, que también gestiona otros centro dentro del Señorío de Vizcaya.

Todo perfecto, el equipamiento, el mobiliario, las instalaciones, el sistema de gestión.

Pero esta vez está fallando el factor humano, una serie de reivindicaciones laborales y salariales enfrentan a los operarios con la empresa contratada por el Ayuntamiento, y de manera indirecta, al mismo Ayuntamiento. Son ya más de 50 días de paros intermitentes desde noviembre de 2009, en que se cumplen unos servicios mínimos para garantizar la atención de los usuarios dentro de lo posible, en los que los pasillos y salones de Nafarroa aparecen llenos de papeles por el suelo, y las paredes decoradas con pancartas criticando la falta de voluntad de diálogo para buscar una salida airosa al conflicto.

Los jubilados añadieron su gota de vinagre a las discusiones, manteniento durante unos días el boicot a las consumiciones en el bar del centro, para denunciar la subida de precios de las mismas que se viene haciendo cada año.

En fin, el personal procura llevarlo con paciencia; si no hay cartas para jugar una brisca, se charla; si no hay servicio de bar, los que acostumbran a beber una botella de clarete en cuadrilla se van por los bares del pueblo a dar una vuelta… Hay listas de espera en la peluquería o en el podólogo… ¿Qué se le va a hacer?

Pero uno tiene la impresión de que no casa bien tan espléndido equipamiento con una gestión que lleva dos meses atascada en un conflicto laboral. Que los jubilados, los discapacitados físicos, se merecen algo más.

Otros serán los que repartan responsabilidades entre las partes en conflicto. Empresa contratante, trabajadores y sindicatos que los encuadran, Ayuntamiento… Pero ojalá unos y otros lleguen pronto a un acuerdo que devuelva a nuestros aitites y personas necesitadas el bienestar y el gusto de ser tenidos en cuenta por la sociedad.

Honorio Cadarso es periodista