Un otoño sin Berlín

Lara Izagirre ha presentado hace unos
días su film ‘Un otoño sin
Berlín’ al público de
Amorebieta-Etxano.

Lara Izagirre es un ruiseñor, o
quizá un txepetxa, un papagorri que de
niña cantaba orillas del Ibaizabal, por
los campos labrados, los setos y praderas
zornotzarras, y ahora, ya en la flor de su vida,
canta en imágenes historias de amor
en el Hollywood peninsular. Lara tiene una
fuerte querencia al nido donde rompió
el cascarón, y vuelve de vez en cuando
para recuperar el timbre del canto de sus
‘bertsos’ primeros.

Esta vez, el ruiseñor viajero ha
viajado hacia las entrañas del ser
humano, ha contado en imágenes un
drama intimista impregnado de amor, de
amores, y de desengaños y fracasos. El
padre de la protagonista de su historia, (Irene
Escolar), perdió a su esposa y se ha
encerrado en sí mismo. Su novio de
otro tiempo se ha hundido en una
depresión de caballo, se ha encerrado
en casa, donde no recibe ni siquiera a su
madre viuda y sola en la vida, y ella vuelve de
una escapada intentando recuperar a su amor
de otro tiempo, y devolver a la normalidad y a
la alegría de vivir a la madre de su
novio, y a su padre.

Solo cuenta con dos aliados: su amiga de
siempre, embarazada en vísperas de
dar a luz, y un niño al que intenta
enseñar francés. Dos vidas que
disfrutan a pleno pulmón las
alegrías de dar y recibir amor.

En resumen, una historia de amor a escala
de familia, de ese amor sin el cual no
habríamos nacido, sin el cual la vida
resulta casi imposible de vivir.

Todo ocurre en Amorebieta-Etxano, un
pequeño ‘Hollywood’ entre baserritarra y
kaletarra, con exteriores a calles y plazas
recoletas y populares, sin iglesias ni palacios
municipales ni ermitas… En la calle San
Pedro, la calle Konbenio, con vistas a
Belatxikieta; lo poco que hay de
diálogos respeta al espectador que
verá el film, pero deja de vez en
cuando pequeñas muestras de
expresiones y palabras en euskera, para que
quede constancia de este pequeño
Hollywood donde ocurren estos dramas-
tragedias-idilios de amores desafortunados.

Porque la protagonista Irene Escolar se
juega la vida para recuperar el calor de los
amores y la ilusión que han perdido las
personas de su familia y su novio. Tiene
pequeños éxitos, pero
finalmente todo se viene abajo.

Y el film termina con la protagonista en un
autobús, saliendo de Amorebieta
nuevamente hacia la soledad y el desamor,
para volver a empezar Dios sabe
dónde, cómo, con
quién.

Acostumbrados a películas de
directores vascos de contenidos reivindicativos,
de ocho apellidos vascos, de diablos y
fantasmas, de olentzeros haciendo
carbón, este drama intimista nos
descubre esa otra Euskadi habitada por
personas en busca de un amor, de un hogar, o
huérfanas de lo uno y de lo otro.

Un otoño sin Berlín
estará en las carteleras a partir del 13
de noviembre.

Es un regalo exquisito de ese
entrañable ruiseñor, txepetxa o
papagorri cantarín que se llama Lara
Izaguirre. Eskerrik asko, Lara. 

Honorio Cadarso es periodista