Toti torbellino

Estuvo hace unos días
en la biblioteca de Amorebieta-
Etxano, en un “tête-à-
tête” con sus lectores/as y
admiradores/as que llenaron el
salón de actos de Zelaieta.
Las palabras, las imágenes,
las ideas se le peleaban al salir de
su boca atropellándose
unas con otras; se pasó
una hora hablando y hablando, con
el público encandilado por
su encanto de conversadora y
contadora de historias.

Toti Martínez de Lezea,
mujer novelista, espécimen
nada corriente en el panorama
literario de Euskadi, donde
prevalecen las plumas de varones
como Pío Baroja o
Unamuno, y el euskera tiene
preferencias como lenguaje
literario, donde triunfan hoy los
Atxaga, o Sarrionandia, los Bilbao-
New York-Bilbao, mientras ella
utiliza preferentemente el
castellano, llena estanterías
de las bibliotecas municipales,
publica a razón de novela
por año, ocupa un lugar
destacado en los escaparates de
casi todas las librerías de
Euskadi.

Toti Martínez de Lezea,
gazteitarra domiciliada en
Larrabetzu, está cociendo
en este momento en su cocina de
hacer novelas una dedicada a la
mujer vasca. Trenzada con
historias multicolores de una mujer
vasca polifacética,
etxekoandra, amante, madre,
monja de clausura, misionera,
guerrera defensora de murallas,
sorgiña de Zugarramurdi
condenada al fuego por la
Inquisición de
Logroño, ramera en los
puertos, una mujer que hace de
todo y sostiene en sus brazos este
mundo que sin ella se
acabaría en cuatro
días… Una mujer que
puede vivir en cualquier puerto
entre Bayona y Muskiz, pero
también en cualquier
pueblo del interior, una mujer de
hoy, o de hace mil años, o la
mismísima Mari de Anboto
de la prehistoria y de la
mitología.

En una de sus novelas, ‘Las
Torres de Sancho’, Toti describe
una EuskalHerria con un estado
propio, bajo el Rey Sancho III de
Navarra, que abarca desde Jaca
hasta Belorado, desde la cordillera
ibérica hasta casi las
Landas, que tiene por capital
Naiara-Nájera, que
según el Codice Calixtino
de Compostela es habitada en su
zona montañosa por unas
gentes salvajes, incultas, crueles,
que roban y asesinan a los
peregrinos que van a Santiago.

Pero no se tiene a menos de
escribir otra novela cuya
acción se desarrolla en el
mismísimo Madrigal de las
Altas Torres, en la cuna de la reina
Isabel la Católica.

Todo son historias noveladas
por una mujer muy consciente de
su alma de mujer, una mujer que
sueña con hacerse la vocera
de todas las mujeres vascas que
fueron a lo largo de la historia y de
las que son en la actualidad. Que
desgrana en sus historias reales o
inventadas el sueño de una
sociedad en la que la mujer
conquista de una vez para siempre
el reconocimiento y el respeto que
se merece por su
aportación a esa misma
sociedad.

Le falta quizá en su
forma de escribir el capricho, la
floritura, el rebuscamiento y la
filigrana en el lenguaje. Pero le
sobra la gracia y la
imaginación, la facilidad
para urdir tramas, provocar
situaciones de suspense y
tensión en el lector, y
expresarse con tanta
espontaneidad y gracejo, con tanta
naturalidad, que finalmente cautiva
y embelesa a muchos lectores. Es
aquello de “al pan pan, y al vino
vino”.

!Zorionak, Toti! Creemos que
cuentas con el mayor
número de adhesiones y
con un gran número de
lectores. Y normalmente el
público tiene razón.

Honorio Cadarso es periodista