Saramago

José Saramago, Premio Nobel de literatura, novelista, poeta, ensayista portugués, comunista de los pies a la cabeza, de una sola pieza, se nos fue uno de estos días.

Nos ha dejado obras maestras como ‘El Evangelio según Jesuscristo’, ‘Ensayo sobre la ceguera’, ‘La caverna’, y unas poesías de gran calidad. Nos ha dejado sobre todo el testimonio de su fidelidad a una forma de pensar que el periódico vaticano L´Osservatore Romano criticó duramente en el momento de su muerte, pero que muchos creyentes y no creyentes valoran muy positivamente.

Heredero de los más insignes ateos de la historia, como Nietzsche, este ateo militante, entre otras perlas, nos ha dejado una definición de Dios muy digna de reflexión: “Dios es el silencio del universo, y el hombre es el grito que hace presente ese silencio”.

No te has ido, José Saramago, ¿qué más querían los oscurantistas y siniestros redactores de l´Osservatore Romano, el periódico del Vaticano, que perderte de vista definitivamente? Y no porque negases a Dios, sino porque te has pasado la vida negando y combatiendo a ese dios cruel y sanguinario que condena al hombre y bendice las guerras de religión, que niega la libertad y legaliza toda clase de esclavitudes.

No te has ido, José Saramago; comunista empedernido, que mantienes viva tu esperanza en ese paraíso de la humanidad en el que todos los hombres, todas las razas, los cinco continentes serán una sola familia hermanada por los lazos de la libertad y la paz.

Pensaron algunos que, con la caída del Muro de Berlín, cualquier otra ideología, cualquier otro proyecto político y social que no fuese este capitalismo salvaje y cerril que nos ha traído la crisis, el cambio climático y los txapapotes, se habían acabado. Los negros agoreros que predican desde hace tiempo el fin de las ideologías, el fin de la historia, el fin de todo lo que no sea neoliberalismo económico y dictadura del mercado.

Pero tú seguiste fiel a tu esperanza, a tu militancia política en tu Partido Comunista Portugués.

Con un pie en tu Portugal y otro en tu isla de Lanzarote, te atreviste incluso a sugerir la unidad de los dos estados de la península ibérica en uno solo. Tú, poeta y pensador ibérico, siempre atento a esa doble tendencia contradictoria, centrífuga y centrípeta, que nos lleva a los habitantes de esta atormentada península a defender por un lado nuestra particular identidad y por el otro a  buscar fórmulas para mantenernos unidos y convivir en buena vecindad.

Saramago que brotaste en el Portugal más deprimido, el subdesarrollado Alemtejo. Saramago con nombre de zarzal salvaje y de argoma, hijo del pueblo coronado con corona de laurel por los reyes más progres de la Europa superdesarrollada.

Saramago ateo que crees en un Dios que apuesta todo por el hombre, por la persona humana y su triunfo sobre las guerras, el hambre y la explotación.

No te has ido, pensador discutible y discutido, de acuerdo o en desacuerdo contigo, todos los hombres de buena voluntad, todos los creyentes en un Dios Padre, humano y maternal, te seguiremos considerando un amigo, un maestro literario, una luz en esta Caverna, en este mundo de ciegos en el que andamos metidos.

Honorio Cadarso es periodista